Amor. Abrazos. Debate. Organización. Demanda de ampliación de derechos. Denuncia de las opresiones del sistema que recaen sobre un determinado sector de la población: las mujeres, las lesbianas, las trans y las travestis, las militantes, las aborteras, las piqueteras y muchas más. El Estado es señalado como el principal responsable. El Encuentro Nacional de Mujeres (ENM) reúne cada año a miles bajo un solo propósito: vivir y ser libres de decidir, construirse poderosas. Este año, en Rosario, fueron más de 70 mil, en un hecho político sin precedentes. Pero no hubo medio masivo que lo replicara hasta que la movilización llegó a la puerta de la Catedral local. Entonces, todas sus participantes aparecieron demonizadas. El cerco represivo se arma a fuerza de balas de goma, gases lacrimógenos y discurso hegemónico heternormativo y patriarcal. ¿Por qué? ¿Qué intenta sofocar? ¿Qué estrategias se pueden poner en práctica para contrarrestar estos efectos?
Desde Brasil, la socióloga, historiadora e investigadora feminista del Conicet, Dora Barrancos, explica a NAN el accionar estigmatizante sobre el ENM; lo llama “adaptación patriarcal”: “Es una sintonía con la cantera arcaica de la normativa que indica qué es lo correcto para la condición femenina y contribuye decididamente a fomentar la adaptación”. Las palabras desde un correo electrónico traslucen indignación: “Es asustador el imperativo mediático” sobre las mujeres que “no se comportan como mujeres”.
Barrancos sostiene que el tribunal mediático es “preocupante” por dos razones: la “estigmatización flagrante y porque ha decidido sustituir por completo a la ‘opinión pública’, se arroga una representación vicaria de toda la sociedad”. Sigue: “Pero lo más grave es que consigue que se adhiera a su punto de vista”. En ese sentido, enciende luces de alarma —más todavía—, porque su lectura respecto del contexto que se vive es negativa: “El actual proyecto político y económico llevará a que las mujeres de los sectores populares, y no sólo éstas, aumenten notablemente sus precariedades. Debe pensarse que las crisis aumentan la probabilidad de violencia. Estoy segura de que se ahondará la vulnerabilidad de las mujeres”, afirma.
Ante esta situación, ¿hay que buscar romper con el círculo de la información? Laura Salomé Canteros, editora de la sección Géneros del portal de Marcha Noticias, entiende que no: “A la línea política editorial de los medios hegemónicos no les importa lo que nosotras tenemos para decir porque el reclamar nuestros derechos no tiene nada que ver con conservar el dominio de los varones de clase alta, heterosexuales y que no cuestionan el sistema económico que nos hace esclavas tras un sistema de maternidad obligatorio”, explica. Y suma una reflexión: “Si están poniéndonos en el lugar de violentas es porque nuestro grito se está escuchando claramente: no queremos más muertas por violencias machistas, ni presas por abortar, ni pibas violentadas sexualmente por redes de trata y explotación sexual”.
“Creo que en los últimos años se dio una revolución de las mujeres que no está representada en los medios de comunicación, sobre todo en la tele”, aporta Florencia Alcaraz, periodista e integrante del colectivo #NiUnaMenos. Y lee algo más: “Nos ven como algo folclórico, no como un actor político importante y de peso”, dice. Resulta paradójico: las mujeres son el 50 por ciento de la población.
El domingo 9 de octubre por la noche, la catarata de noticias en medios gráficos y televisivos inundó con imágenes de algunas de las mujeres que participaron del ENM en tetas, saltando y cantando frente a la Catedral, o paredes pintadas. La respuesta: exaltación de la sociedad. “A mí no me representan”, fue la exclamación más leve que se replicó en las redes sociales. Esa noche, la represión fue contra las mujeres que participaban en el ENM y contra los reporteros gráficos y periodistas, en su mayoría de medios comunitarios, alternativos y populares. También contra cualquier persona que intentase registrar lo sucedido con una cámara. Se ve en un video: un policía corre por la plaza, mira hacia arriba e identifica el objetivo. Dispara. El celular se cae, se corta la filmación. “Hay algo muy curioso: no hubo detenidos o detenidas. Si nosotras arrancamos los disturbios, ¿por qué no nos llevaron detenidas si estábamos cometiendo algún delito?”, cuestiona Alcaraz.
Al otro día, un femicidio golpeó. Lucía, en Mar del Plata, fue drogada, violada y empalada hasta la muerte por el shock que le produjo el dolor, el susto, el terror. Cada femicidio, cada acción que sufren las mujeres y el colectivo LGBTTTI es leído como un ataque contra todas. De ahí la frase: “Si tocan a una respondemos todas”. Otra vez una superproducción de notas comenzaron a girar, pero el horror no pareció ser tan compartido. ¿Giran estas noticias en un círculo cerrado?
Como consecuencia, el movimiento de mujeres y feminista se puso a la cabeza de la organización: llamó a una asamblea y se pautó un paro de mujeres para mañana. Algo parece ser evidente, y Alcaraz despeja dudas: “La reacción del movimiento de mujeres es más rápida que cualquier movimiento político en el país”.
Analizar lo que sucede en los medios de comunicación masivos y su correlato en la sociedad las más de las veces resulta redundante. De todas maneras, no viene mal hacer un repaso de las prácticas que se llevan a cabo, de las voces que se tienen o no en cuenta, para poder visualizar el panorama de manera integral. Los hechos se dan en un marco donde se repiten estructuras y, a su vez, se ponen a andar en un contexto en el que da la sensación de que el embate es cada vez más fuerte.
DATOS
En agosto de este año la Red PAR (Periodistas de Argentina en Red por una Comunicación No Sexista) difundió los datos del monitoreo que realiza la Asociación Mundial para la Comunicación Cristiana (WACC, por sus siglas en inglés) sobre el lugar de las mujeres en los medios globales y nacionales. Las mujeres son sujetas centrales de las noticias en el 29 por ciento de los casos y casi no hubo avances en comparación con la medición realizada cinco años atrás contra el sexismo y los estereotipos de género a la hora de informar, tanto en diarios como en radio y televisión. Los números son similares en las redes sociales. En el 25 por ciento de las noticias donde una mujer aparece, necesariamente la encuadran en su rol familiar. Con los varones esto sucede sólo en el 8 por ciento de los casos.
LA PREVIA
Laura Charro es periodista de www.enredando.org.ar y es integrante de las dos redes que nuclean a trabajadores y trabajadoras de prensa en el país (Red PAR y de la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género, Ripvg). “Días antes de que fuera el encuentro hasta gente conocida me preguntaba si las mujeres que venían iban a quemar la Catedral”, contó a NAN.
Unas semanas antes del ENM, llegó a las portadas de los medios más importantes del país la noticia de que adolescentes del colegio Carlos Pellegrini, de la Ciudad de Buenos Aires, habían recibido una clase sobre salud reproductiva en donde se explicó cómo acceder a la posibilidad de un aborto con pastillas. Los títulos de las noticias señalaron con el dedo acusador a la organización política y a la práctica avalada por la Ley 26.150: “El colegio Carlos Pellegrini autorizó una charla que fomentó el uso de pastillas abortivas” (Clarín). “Nuevo Encuentro busca apoyo al aborto en alumnos del colegio Carlos Pellegrini” (La Nación). “Militantes K enseñan a las jóvenes cómo hacerse un aborto” (Infobae). Ricardo Roa, de Clarín, coronó el asunto con la columna editorial “Curso de desorientación sexual en el Pellegrini”.
En la misma semana, la Colectiva Feminista La Revuelta, de Neuquén, y Socorro Rosa, de Córdoba, denunciaron ataques hacia sus organizaciones. A las primeras una periodista de la radio AM550 local las llamó por teléfono, simuló una consulta para encubrir una entrevista al aire, con comentarios que ubicaban su asistencia en la ilegalidad. En conferencia de prensa, las militantes denunciaron un accionar “violento y de abuso de poder por parte de los periodistas”. Las segundas sufrieron amenazas telefónicas. En medio del alboroto, se bajó de la página web del Ministerio de Salud de la Nación el protocolo de Interrupción Legal del Embarazo, que fue reincorporado tras la advertencia.
El 30 de septiembre, el portal MinutoUno Noticias, de Paraná, Entre Ríos, publicó una nota titulada “Feministas amenazan con quemar la Catedral de Rosario durante el Encuentro Nacional de Mujeres”. En la primera oración asume que el encuentro “tiene como objeto de violencia a cualquier católico o persona que se oponga a la legalización del aborto”.
En los últimos días de ese mes en Mendoza, Janet, Julieta y Ayelén fueron asesinadas por el sólo hecho de ser mujeres. Se organizó una marcha para reclamar justicia por los femicidios y terminó con represión frente a la Legislatura local. En Corrientes, el miércoles 5 de octubre, las mujeres reclamaban la asistencia de transporte para poder viajar hacia el ENM. También fueron reprimidas con balas de goma y hubo detenidas.
El caldo de cultivo ya estaba podrido, sólo faltaba dejarlo al sol un par de días para que comenzara a estallar.
—¿Qué pasó después del ENM?
Laura Charro: —Noté mucha indignación desmedida, la vehemencia con la que se repudiaron las pintadas fue tremenda, y eso se vio reflejado en las redes sociales. Incluso un grupo de vecinos llamó a armar brigadas de limpieza aunque el municipio ya se estaba encargando. Y me pasó que gente cercana me ha comentado publicaciones con mucho odio y repetían un concepto: dicen que hubo grupo de inadaptadas, algo que se fomentó por los medios locales. Creo que el encuentro es un acto político que molesta, que incomoda, por eso creo que lo que molestó fue el contenido y no las pintadas: “Aborto, torta, muerte al macho”, son mensajes que la ciudad no quiere leer. Además, esta ciudad se caracteriza por una rivalidad futbolera muy fuerte y las pintadas están naturalizadas.
—Por las redes también se difundió el video de una periodista del Canal 3 de Rosario diciendo “ellas no me representan” y avalando el accionar policial…
L.C.: —Es muy fuerte lo que dijo porque es una voz legitimada en un sector de la ciudad. El programa desde el que habló se transmite por la repetidora de Canal 13 y lleva 30 años en el aire, es histórico. Y desde muchos medios locales hegemónicos se repitió esto de “estas mujeres no nos representan” y las periodistas que participamos del ENM salimos a decir que en realidad no vamos a representar a otras mujeres, sino que nos vamos a representar a nosotras mismas, y eso es lo valioso del encuentro.
Charro, además, cuenta que ningún medio repudió la represión ni se soldiarizó con las y los trabajadores de prensa heridxs.
EN EL FIN DEL MUNDO, TAMBIÉN
—Las feministas necesitan una buena pija.
—Pero fijate las fotos, son incogibles.
El diálogo se dio entre dos abogados reconocidos de la provincia de Tierra del Fuego vía Twitter, cuenta Florencia Basso, periodista de la radio de la Universidad Nacional local e integrante de Ripvg y del colectivo #NiUnaMenos. “Noto que hay discursos que se han envalentonado y que quizá antes no sé si se hubieran animado a decir. La misoginia, el machismo les sale por los poros”, apunta.
Basso, señala que por lo general las cuestiones de género no son tenidas en cuenta en los medios provinciales, pero que entre algunxs colegas desde sus lugares de trabajo intentan instalar los temas en la agenda. Su aporte es federalizar: “Creo que la clave está en conocernos entre los colegas que trabajamos en distintos medios del país, porque los medios hegemónicos no tienen la mirada federal. Son medios de alcance nacional, pero les importa lo que pasa en la Panamericana. Cuando se está en contacto con colegas de Santiago del Estero, de Jujuy, una se entera de realidades que no están en ningún lado”.
AHORA
Urge, en este contexto, conocer las condiciones del terreno donde se está jugando. Dora Barrancos sostiene que el feminismo en nuestro país ha conseguido todas las leyes notables que hay, sin embargo, eso pareciera no tener su correlato en gran parte de la sociedad. “Es bastante paradójico”, dice y avanza: “Estamos en un proceso de diástole y sístole respecto del imaginario sobre los derechos de las mujeres y de las personas de sexualidad disidente. Es la primera vez, tal vez, que en materia de sexualidades, el orden jurídico fue más lejos que el promedio del imaginario social”. Alzarse en pie de lucha es la respuesta que plantea: “El movimiento de mujeres felizmente heterogéneo, completamente multicolor, debe persistir en sus manifestaciones. Debe retar la ‘adaptación normativa’ que propone el sistema mediático, y debe reclamar a este sistema que altere su perspectiva misógina”.
Desde la sección Géneros del colectivo Marcha Noticias se han realizado mesas de trabajo con organizaciones populares y periodistas de cara al ENM de manera de conocer y trazar problemáticas y perspectivas a la hora de comunicar. En la voz de Canteros, el llamado y la interpelación: “La estrategia es desde los medios alternativos, tratando de dejar en evidencia la violencia simbólica que ejercen los discursos hegemónicos. Cuando las mujeres son la noticia, quienes tienen que estar ahí para relatarla son lxs periodistas feministas y populares. Feministas porque son quienes aplican el marco de derechos necesario para comunicar estas situaciones. Populares porque las mujeres somos parte del pueblo, de sus movimientos, de sus expresiones más profundas”. La necesidad de que el periodismo sea feminista y popular, que esté en las calles, entiende, es lo que garantiza “reflejar los procesos en los que las mujeres organizadas salen a las calles, hacen política, tejen redes y se convierten en voces autorizadas para la sociedad disputando el sentido común del que sólo somos víctimas u objetos sexuales al servicio de la comunicación empresarial”.
Para Alcaraz, este momento en el que se debate en el Congreso Nacional la ley de cupo femenino para aumentarla al 50 por ciento —una y uno— es ideal para poner sobre la mesa la posibilidad de que se traslade esa política a los grandes medios: “Estaría bueno que se discuta un cupo mediático para que las mujeres tengamos mayor representación en todos los puestos, en los lugares jerárquicos en los diarios, en los cargos de edición”.
Estrategias articuladas, en red, transversales, con claridad en las ideas, que ocupen todos los aspectos de la vida, con una mirada integral y clasista, es lo que propone para dar la disputa Mariela Bernardes, activista feminista, documentalista e integrante de Revbeladas Cine. “Los ataques son contra nuestros cuerpos, se nos coloniza y viola, y nosotras tenemos que responder desde nuestro cuerpo resistiendo, lejos de la corrección política”. En ese sentido, considera las formas en que se comunica como un desafío, e interpela al campo popular: ¿dónde enfocamos la cámara en el momento de la represión, mostramos las mismas imágenes que replicarán en todos lados, qué recorte hacemos?, se pregunta. “Generemos imágenes que den cuenta de nuestras realidades, sobre todo para desarmar las imágenes y los discursos claramente intencionados; seamos mujeres aborteras, en tetas, seamos toda nuestra diversidad, porque lo que estamos reclamando es por nuestra identidad, por no ser violentadas por el machismo que reacciona al poder organizado y en crecimiento de las mujeres”.
En el momento de la represión del domingo por la noche los celulares estallaron en mensajes que preguntaban a la otra cómo estaba, si se había resguardado. Muchas otras, compañeras, amigas, hermanas, madres, se tomaron de las manos y se protegieron. Tejieron redes. Otra foto circuló por las redes sociales en estos días, la de las mujeres sufragistas de principios de 1900 pintando paredes reclamando el voto. Ahora, ante un obstáculo materializado en un cerco represivo que pretende avanzar sobre los cuerpos y las voces, el movimiento de mujeres y feminista tiene desafíos por delante en donde la comunicación de las acciones pareciera presentarse como un eje a tener en cuenta. En palabras de Bernardes, una propuesta aparece como opción: “Convertir la rabia del dolor en un proceso de organización”.
Nº de Edición: 1659