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“Hoy el mundo les demanda más a los jóvenes”

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Flavia Gresores codirige, junto a Lautaro Mackinze, esta obra teatral surgida de un taller de investigación para adolescentes. La pieza es una reflexión sobre las responsabilidades. Fotografía: gentileza de prensa

Por Soledad Arréguez Manozzo
s.arreguez@gmail.com

El tiempo suele presentarse a veces como una encrucijada. Más bien, como una intersección en la que el pasado, el presente y el futuro dialogan entre sí. Ahí se encuentran los adolescentes, en un territorio donde conviven los anhelos, las dudas y los miedos sobre el mundo adulto. El interrogante se planta en el hoy, en el aquí y ahora. Nosotros somos el futuro, obra dirigida por Flavia Gresores y Lautaro Mackinze, recorre junto al espectador el laberinto de pensamientos que tienen los jóvenes sobre el porvenir. Y más aún, invita a reflexionar sobre la juventud, la lucha generacional y la carrera agitada por alcanzar el futuro.

Un grupo de adolescentes emprende un viaje de estudios: pescan, bailan, se interrogan y sobre todo se piensan. “Si no fuera yo, sería…”, se preguntan unos a otros a la luz de las linternas. Los minutos pasan y de a poco la incertidumbre gana la escena: qué recordar de los 16. Un pedacito de infancia continúa vivo mientras ellos se apresuran a crecer, a anticiparse, a conocerlo todo. Sin embargo, quizás lo mejor esté en el camino. En medio de cánticos, prendas y juegos de campamento, salen a luz esos pensamientos sobre el mandato que les da la sociedad: “Ustedes son el futuro”.

Para el momento del fogón, la visita al río se convirtió en una gran metáfora del reloj de la vida. Transformarse en adultos es una tarea que deben resolver solos. No hay apuntes ni machetes. Crecer será ineludible, pero cómo tomar las responsabilidades es una decisión que cada uno afrontará a su tiempo. “Los adolescentes se piensan mucho. Veo angustia y ansiedad de pensarse como adultos”, reflexiona Gresores, también docente de teatro para jóvenes, en la charla con NaN.

La pieza, interpretada por una veintena de actores, logra interpelar al público y traer a la memoria los recuerdos de la adolescencia y el paso por la secundaria: las cargadas entre compañeros, la música de ayer y hoy, el descubrimiento de la sexualidad, el interés por las luchas sociales y la militancia política, entre otros tantos temas. El elenco —compuesto por Maya Szir, Sebastián Vázquez, Camila Iglesias, Luca Iriberri, Manon Minetti, Manuel Ferreri, Manuela Roca, Marcos Krivocapich, Rocío Sitnisky, Salma Mireya Sosa, Santiago D’Ambrosio, Alondra Cabral, Camilo Lozano, Lula Maitia, Melina Kufudakis, Federico Otero, Sol Rodríguez, Fernando Viñas y Matias Pollitzer— invita además a pensarse uno como adulto: ¿nos convertimos en ese futuro que teníamos por delante?

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“Los actores compusieron sus personajes cercanos, pero no son ellos. Hay una mezcla permanente y una dinámica propia del adolescente”, afirma Gresores. Fotografía: gentileza de prensa

—¿Cómo fue el proceso de creación colectiva desde el Taller de Investigación Teatral?
—La anécdota que sostiene la obra es un viaje de estudios improvisado por los chicos durante una de las clases del taller y el trabajo posterior de nuestra mirada (la de los directores) sobre la adolescencia. Les proponíamos a los chicos estructuras claras y acotadas de improvisación. Mientras trabajábamos, se filmaba la acción y tomábamos nota. Después reescribía el material de la clase en forma de escena.

—¿Cómo fue la construcción de los personajes?
—Los actores los compusieron cercanos, pero no son ellos. Hay una mezcla permanente y una dinámica propia del adolescente: en grupo se hablan, se miden, se retroceden, todo deriva en otra cosa. Es algo rítmico de su actividad, una estructura que se repite, no para nunca. Esto está en la obra: charlas serias, gastadas, chistes.

—¿Cómo fue entonces trabajar con los imaginarios sobre la adolescencia?
—Los adolescentes se piensan mucho. Veo angustia y ansiedad de pensarse como adultos. El mundo ha cambiado: ahora hay más demanda, se les pide a los chicos que decidan qué van a hacer o cómo se van a sostener en el futuro. Hay un momento que es el presente. No sabemos bien dónde está. A los 21, le planteé a un profesor que había fracasado y él me dijo: “No tuviste tiempo de fracasar”. Hay mucha ansiedad en el mundo y no hay nadie que se encargue de frenarla. Hay momentos en que hay que parar.

—¿Por qué elegís el trabajo con adolescentes?
—El adolescente es un adulto pequeño en términos de pensamientos e inquietudes. Al no estar minados de prejuicios, tienen una libertad muy grande. La respuesta y la apertura es inmediata. El trabajo con ellos es muy enriquecedor. Mi lugar de resistencia es la docencia, que demanda estar aquí y ahora. Me da un sentido, un norte.

* Nosotros somos el futuro se presenta los domingos a las 18 en El Método Kairós, El Salvador 4530, Ciudad de Buenos Aires.