
Múltiples son los caminos por los que la actual poesía argentina transita. Trayectos que, a pesar de los inconvenientes materiales lógicos del género, logran encontrar cause y se consolidan en ediciones, recitales, performances y festivales, entre otros.
Resulta curioso pensar que, siendo el género menos comercial, es quizás el que mayor cantidad de sellos editoriales ostente, tanto en Argentina como en incontables partes del mundo. Dato pequeño, pero interesante, para repensar el impulso y la vitalidad desbordante que entre sus cultores genera.
Entre los poetas que hoy por hoy se mueven en el circuito vernáculo, la producción obviamente es diversa. Sin embargo hay algunos puntos de convergencia que aglutinan sensibilidades.
Offshore & otros poemas (Julián Axat, Ediciones Periféricas)

En la obra de Julián Axat el binomio poesía y política, tal como reza su “Ars poética pos 2001” es indisociable. Para el poeta platense, “la Poesía/ habla/ todo el tiempo/ del Estado”. Fiel a este postulado, su último libro Offshore y otros poemas, publicado en agosto del año pasado en Valparaíso por Ediciones Periféricas, sigue la veta recorrida por el anterior Rimbaud en la CGT.
Offshore es una bella síntesis de este maridaje, donde los poemas no solo meten el dedo en la grieta política, sino que interpelan la humanidad a la intemperie que el festín de comité, no ve. Así: “Las villas no tienen palacios de justicia/ tienen capillas y centros de información/ enviados policías punteros referentes y servicios infiltrados/ las villas no tienen palacios de justicia porque/ el poder judicial nunca se embarra”.
La desidia de la autoridad hacia los que menos tienen, se reproduce en sus páginas, como las víctimas del sistema: “A los 15 años se soñaba cantante de hip- hop pero era fusilado en un episodio confuso/ a los 14 soñaba que lo encerraban en una celda y al otro día/ leía en el diario que titulaba “joven se suicidó en comisaría”.
El desinterés de la política real tiene su correlato en la frivolidad de los “poetas oficiales”, verdaderos voceros veleidosos del status quo: “Está de moda ser víctima/ -dijo el poeta-/ para luego hacerse la víctima/ de un grupo de poetas/ que lo blasfemaban/ y decían que sus sonetos/ apestaban a la herida de quien/ no tiene un motivo más/ que la impostura de una memoria marcial”. Crítica esta que engarza, con las anteriores realizadas en su Rimbaud en la CGT donde se despachaba a gusto versos como estos: “Los jóvenes quisieron ser poetas/ y se transformaron en un movimiento de burócratas” o estos otros: “La literatura es un arma cargada de mujeres/ susurró un poeta de los 90 a un compañero/ en el medio de un plenario”.
Poética y política de la mano, compromiso y denuncia a la superficialidad de quién usufructúa del mágico poder de las palabras están a la orden del día en este pequeño-gran compilado de Axat quién por ello no deja de ser a su vez un desprotegido más en semejante desafuero, lo cual le permite invocar en el propio poema “Offshore”: “Fugarse del padre y de la madre fugarse de Dios/ armar una cuenta en el paraíso de los muertos/ y pedirles a ellos clemencia cuando todo estalle”
Pescador (Gerardo Curiá, La mariposa y la iguana)

En su nuevo libro Pescador, Gerardo Curiá apuesta a una poesía en clave intimista, donde la forma se adueña del discurso. Una intimidad que se asocia a la quietud, al silencio: “Las líneas se vacían/ en un cielo blanco/ toda la distancia/ sobre el equilibrio del agua/ solamente blanco/ no hay huellas/ oscilación/ apenas/ oscilación”.
Dueño de una economía verbal admirable, genera paisajes en los que nos invita a habitar: “En su leve quietud/ la red/ se hace río”. Tal como ya venía sucediendo en sus obras anteriores, Caldén y Música del límite, la naturaleza en estado primigenio es exaltada y pareciera ser el único lugar donde resguardarse del ruido del mundo. Así, el silencio se vuelve protagonista estelar y deja su huella en estas páginas: “nada se mueve en el espacio/ pero en cada rincón/ hay edades que esperan”.
Nacido en San Pedro en el año 1968, Gerardo Curiá es un incansable trabajador de la palabra escrita, promoviendo la poesía tanto propia como de sus contemporáneos.
Desde la roca viva que gira en torno a la estrella (Javier Robledo, 3+1)

Por su propio peso, el yo es una de las figuras ineludibles de toda escritura. Complicada primera persona, muchas veces incluso criticada por su uso en exceso, que atraviesa los géneros literarios y que en la poesía se vuelve capital.
En la poesía de Javier Robledo hay un premeditado trabajo de demolición de ese yo, tan emparentado a los deseos de la modernidad capitalista. En tal sentido, Desde la roca viva que gira en torno a la estrella, su nuevo libro con el que salió ganador del Concurso de la Editorial 3+1, reafirma la labor que desde hace más de 20 años viene realizando.
En su propuesta, primordial será dejar el yo, el ego de lado, para poder acceder a la realidad milagrosa que opera y trasciende toda particularidad. Realidad emparentada con “lo innombrable”, aquella que resguarda la felicidad, tal vez: “Cuando se disuelve la ilusión del yo, ¿quién queda para sufrir?”. Ese dolor, fruto de la escisión del sujeto con el Ser, responde obviamente al olvido provocado por la alienación de la mente calculadora. En tal sentido es explícito: “La mente pensante, al monopolizar la mente, separa al humano de la realidad milagrosa presente, quedando así alienados, neuróticos.”
Este giro, de raigambre benjaminiana, sin embargo no está exento de humor, lo cual para la demolición del yo, de esa atormentada “mente pensante”, será un factor fundamental. Tal como ya lo había afirmado en el poema “¿Yo?” de su anterior libro Como venía diciendo: “Señores sicólogos lo lamento/ Yo no existe/ Yo es una construcción de pre juicios/ de pre conceptos/ de creencias teñidas”.
No dudaba el “Bardo” en esos versos agarrárselas con los mayores defensores de ese yo solito, desprotegido y supermoderno, echándoles en cara que: “Yo es un error/ delirio sostenido como verdad por no pisar/ la realidad/ impermanente/ inasible dinámica/ todo parte”. El “Yo” ese constructo para alejarnos de nuestra verdadera naturaleza, milagrosa a rabiar, puede ser combatido por la poesía y el humor, los cuales serán el antídoto a tanta armadura conceptual. Tal como lo remata el mismo poema, cuando el poeta le retruca al psicólogo “Qué alivio deshacerse de tanto sueño/ quitarse el traje urdido por tanta palabra e imagen/ y habitar en pelotas, libre, sobre la tierra de la realidad”.
N° de Edición: 1813