
La media distancia es una colección de libros que permiten pensar la coyuntura política desde una serie de debates transversales que mantienen la calidad de sus enfoques y la pluralidad de abordajes. Parece una tarea compleja. Sin embargo, tanto Martín Rodríguez como José Natanson, quienes pensaron y concretaron la serie, se han arriesgado a llevarla adelante con la finalidad de acercar una serie de libros que permitan pensar la realidad por fuera de la vorágine cambiante del humor político que sacude diariamente a las redes sociales.
“Ni apurado análisis de coyuntura ni pesado estudio académico”, reza el mantra de esta colección que edita Le Monde Diplomatique en Argentina. En esa descripción se esconde el secreto del potencial que cada volumen guarda. El primero, publicado en julio de 2016 retrata el retroceso de la izquierda en el continente, un proceso que tomó envión en los últimos dos años. Ante esa situación las claves interpretativas imponen pensar qué se entiende por izquierda y qué la lleva a retroceder. En diciembre de ese mismo año salió el segundo libro de la serie, “¿Qué quiere la clase media?”, un interesante trabajo sobre los consumos culturales, las identidades colectivas y la voracidad representativa de ese monstruo aspiracional temido por los gobiernos de turno. En abril pasado, la pregunta fue “¿Existe la clase obrera?”. Los alcances del libro siguen siendo interesantes para pensar la coyuntura que se viene, al calor de la discusión por la reforma laboral, el poder de los sindicatos y la flexibilización de los convenio colectivos de trabajo.
¿Qué nuevos abordajes quedan por hacer? ¿Cómo sacarlos del debate banal y sin argumentos que propone la velocidad de las nuevas tecnologías? ¿Desde dónde abordarlos para que no se pierdan en la nebulosa de la dinámica diaria? En diálogo con NAN, Rodríguez, uno de los pensadores todoterreno del poskirchnerismo, otras claves interpretativas para la discusión política, social y cultural en tiempos donde la verdad no tiene un sentido último de búsqueda.
—Con la masiva edición de libros periodísticos de coyuntura, las columnas de opinión de los diarios y la celeridad interpretativa de las redes sociales ¿qué enfoque tiene que tener una colección como La media distancia para ser distinta?
—La intención nuestra es que sean libros que tengan en cuenta todo ese ruido ambiente que vos decís. La velocidad de las redes sociales, las discusiones, la coyuntura. La idea es que sean libros que tengan un punto medio entre la divulgación y la especificidad académica. Que exijan a los autores la intervención en el debate y en el esfuerzo de divulgación pero que no por eso le quiten rigurosidad. Que sean libros que se trabajen colectivamente, que los autores mismos se lean entre ellos en la mayoría de los casos, que generen correspondencias en esas lecturas, que se citen o no, esto no es obligación, pero que cada autor de uno de los ensayos lea los demás ensayos que componen el libro. Que sea el fruto de una conversación. Nosotros tratamos de garantizar que sean autores que se reconozcan, que se sientan contenidos en el debate que propone el libro. Son libros muy consientes de la época, no ponemos paredes de corcho y los aislamos de la producción, por el contrario nos interesa que sean libros ágiles y que dialoguen con la velocidad de las discusiones de la época y a la vez que no sean textos que pierdan el detenimiento que hay que tener a la hora de leer un libro. No son libros apurados, no queremos que salgan rápido, que corran detrás de la coyuntura. Nos interesa que se consideren libros a partir de coyunturas que son presencias fuertes, la pregunta sobe la izquierda regional, sobre la clase media, sobre la clase obrera, son preguntas que tenemos la garantía de que van a estar presentes en la discusión pública durante muchos años.
—¿Cómo elijen los temas y los autores en cada caso?
—La elección de los temas del libros es casi espontánea, en el sentido de que no hay un big data. Tratan temas que estamos pensando o que nos desafiamos a pensar. El próximo será sobre feminismo y parte del libro esta sostenido sobre un comentario que nos hizo Florencia Angileta, que es una de las autoras, y era que no había o no se habían producido tantos libros que pudieran decir “el movimiento feminista”. No hay libros o textos pensando esto. Si bien textos se producen un montón, son textos en revistas digitales, diarios o papers. Se nos ocurría que se podía constituir un texto de referencia que además tuviese esta factura colectiva que caracterizan a nuestra colección.
—¿Se puede influir, desde una periferia intelectual, en la agenda política?
—Hay ahí una palabra difícil que es periferia. Periferia es lo contrario, lo opuesto, a centro. No la suelo usar tanto para el pensamiento. Por supuesto que existe un centro y una periferia. No diría que los libros nuestros están exactamente en un lugar periférico. Diría que están en un lugar complementario a otras discusiones o a otros centros. Si hay un lugar que no ocupa el progresismo es la periferia. Sobre todo en la discusión y en la conversación pública. Y si bien nadie se siente cómodo, nadie se siente progresista, no tiene buena prensa, también es cierto que es un lenguaje siempre dominante. Tampoco diría que el progresismo es hegemónico. Seria en todo caso un terreno resbaladizo.
—Las publicaciones muestran un amplio espectro ideológico por parte de los autores. ¿Lo importante es qué se dice y no desde dónde se lo dice?
—Es interesante el planteo de recuperar lo que se dice y ya no tanto desde dónde se lo dice, pero también teniendo en cuenta que el desde dónde también esta instalado. Es casi un saldo de época o un saldo del kirchnerismo el hecho de que se sepa desde dónde habla cada uno.
—¿Qué tanta importancia tiene el lector a la hora de pensar los temas y el abordaje de los libros?
—Para nosotros es importante. El lector esta en el centro (…) y a la vez no nos sentimos tan distintos a ese lector. Parte de la idea es hacer libros que nos gustaría leer, con autores con los que nos gustaría contar, sobre temas que nos interesan, aunque no siempre en el momento preciso de la producción. El desafío es tratar de armar un libro que no necesariamente despierta el interés prioritario de lo que estamos pensando en ese momento.
—¿Se puede organizar la discusión política desde una colección de libros, darle especificidad a lo político y sacarlo de la esfera de lo estatal?
—No se puede organizar la discusión pero estos libros requieren también cierta militancia. En general, los autores son activos en las redes sociales o son docentes o son gente que interviene mucho en el debate quienes propiciamos este espacio, tanto José (Natanson) que acaba de ser el autor del debate más intenso del último tiempo en la Argentina, por lo menos dentro del círculo rojo de los comentaristas políticos, como yo, no nos subestimamos en la capacidad de producir debates. Tampoco creemos que la tengamos atada. El libro sobre clase media, que para mi es una joya porque tiene tres textos que yo amo, no tuvo el impacto en la superficie del dialogo político. Sin embargo, para mí es un libro que esta destinado a ser leído en el tiempo. Tiene joyas que no fueron debidamente valoradas.
—Además del libro sobre feminismo, ¿qué podemos esperar de los próximos ejemplares?
—El próximo libro es el de género. El formato o el ejemplo es el de la clase obrera. Nuestra política fue y es hacer un libro e insertarlo dentro de una dinámica conflictiva. Un gobierno que discute el costo sindical argentino, sobre esa superficie, en un año donde el gobierno se mostró más activo en la discusión política. El año pasado, Macri estuvo más borroso, más débil, más invisibilizado; este año está más activo. Le fue bien electoralmente. El modelo de ese libro es el modelo de intervención política. Es un libro que recoge e historiza los últimos veinte o treinta años de esa clase, las transformaciones en el mundo popular, las transformaciones dentro de esa clase que ya no es una sola sino varias clases muy heterogéneas, ya no existe más la homogeneidad de la clase obrera peronista que conocimos hasta mediados de los años ochenta. Sino un sector de la sociedad que está en constante transformación, a pesar que hay una parte que no se distingue como clase obrera, que es seguramente la más beneficiada. El libro sobre clase obrera es el libro en el que mejor se circunscribe nuestra apuesta política que es colocar libros en el centro de una dinámica política.
N° de Edición: 1812