
Los editores de las revistas culturales independientes de Argentina están en estado de alerta. Cada vez más publicaciones —gráficas y digitales— se ven obligadas a dejar de salir, ante la falta de una legislación que proteja al sector y frente la continua desregulación del mercado que favorece a la concentración de las grandes empresas mediáticas. Según el último censo de la Asociación de Revistas Culturales e Independientes de Argentina (Arecia), la cantidad de revistas censadas en 2016 cayó un 9% en relación al año pasado: de las 176 que existían en 2015, este año 162 están en actividad. Pero si toma como parámetro el número de publicaciones que había en 2014 (213), la baja es mucho más pronunciada: alcanza el 28%. “Esto se debe a una situación endémica del sector que venimos advirtiendo desde hace años. La escasa protección y la ausencia de políticas del Estado explican en parte que se produzca un repliegue de las revistas, una concentración bastante grande en la Ciudad de Buenos Aires y la zona Metropolitana y un aumento constante de los costos que son muy difíciles de afrontar para las publicaciones autogestivas en un contexto económico que tampoco ayuda”, analiza Santiago Kahn, director de la revista Maten al Mensajero y presidente de Arecia.
Los problemas que atraviesan las revistas culturales no son nuevos y desde hace tiempo vienen siendo denunciados por la asociación en diversas oportunidades y distintas instancias. En agosto de 2015, de hecho, el reclamo llegó a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y este año se reiteró ante el Relator Especial para la Libertad de Expresión, Edison Lanza. Según Arecia, son tres las causas que “ponen en peligro” la libertad de expresión en el sector: la “desregulación de la distribución y venta de diarios y revistas, que fomentan la concentración e impiden a los editores independientes estar en igualdad de condiciones frente a los grupos empresarios que dominan el mercado”; “la concentración en la producción del papel”; y “la ausencia de normativas que regulen, protejan y fomenten el sector de acuerdo a los parámetros de libertad de expresión establecidos por la Constitución Nacional y los tratados internacionales”. Esta situación también fue planteada ante la Defensoría del Público el 16 de septiembre pasado. En ese informe, citando uno de los nuevos 21 Puntos por Una Comunicación Democrática, la asociación indicó que “no alcanza con reglas de defensa de la competencia: la comunicación es un bien social —no privativa de empresas, medios o periodistas— y debe garantizarse una distribución adecuada de facilidades, recursos e infraestructura esenciales” para asegurarla.

Así y todo, en un escenario de contracción, las revistas culturales de todo el país resisten. Según el censo, la comunicación autogestiva abriga hoy a 1044 trabajadores y trabajadores, es decir, un promedio de 6,4 personas por revista (un dato similar al de los años anteriores). El principal grupo de revistas que integra Arecia son publicaciones creadas a partir de 2011. Sin embargo, el 24% preexisten a la crisis de 2001, y una decena de los proyectos autogestivos ya tiene un cuarto de siglo de existencia y han sobrevivido a todas las debacles recientes del país. En total, aportan a la industria gráfica más de cuatro millones de pesos mensuales y en ese camino de edición y publicación cotidiana, alcanzan a un total de 5.037.000 lectores. “Tomando como referencia el readership estándar de las revistas impresas (4 personas) —y teniendo en cuenta que las publicaciones gráficas editan un promedio de 248.375 ejemplares mensuales—, podemos indicar un alcance de 993.500 lectores por mes, mientras las páginas web arrojan 4.043.500 visitas”, detalla el informe que da cuenta que por primera vez, desde 2012, se registra un mayor uso único del soporte digital por sobre el papel.

—El 29% sólo utiliza papel como único soporte.
—El 39% sólo utiliza web como único soporte.
—Mientras el 37% utilizan ambas plataformas.
“Una comparación interanual nos permite pensar que una de las razones por las que por primera vez el uso de la plataforma digital supere al papel se debe a una estrategia de sobrevivencia frente a dos problemáticas largamente denunciadas por Arecia: los aumentos sostenidos en los costos de impresión y la concentración en el mercado de distribución”, apunta la asociación. “A comparación del panorama del sector en 2015, si bien se mantuvo estable el grupo que utiliza sólo papel (variación de -0,76%), la tendencia indica la migración a lo digital. Entre las revistas censadas cuya creación sucedió entre 2011 y 2016, el 48,1% son webs, menos de la mitad (20,4%) tienen al papel como único soporte y el 31,5% tienen ambos soportes. Es decir, el 80% de las revistas nacidas a desde 2011 recurren al soporte digital”, explica el estudio y amplia que esta tendencia “hacia lo digital y la comprensión por parte de los editores que están viviendo una nueva época de la comunicación”, se hace evidente en la apertura de canales de difusión e interacción a través de las redes sociales.
Para el presidente de Arecia, esto no va a determinar que las revistas de papel dejen de existir. “No creo que la situación vaya hacia allí ni sea de una catástrofe total, sobre todo porque hay muchos de los emprendimientos que ya han surfeado otras crisis, incluso peores a ésta. Entonces de la noche a la mañana no va a cambiar el escenario, pero si uno evalúa en el tiempo, hay que poner una luz de alarma, velar por la protección y el acompañamiento del Estado para que el sector no quede completamente desprotegido ante un mercado que no está siendo controlado, porque –evidentemente- en el medio hay un cambio de hábitos de lectura y un montón de cuestiones que tienen que ver con el desarrollo tecnológico que están poniendo en crisis, de alguna manera, las formas de producción que nosotros tenemos”, indica Kahn.
Un aspecto que preocupa al sector es la distribución regional de las revistas de todo el país. “La falta de legislación y políticas de fomento hace más difícil la situación en el llamado ‘interior del país’ y en particular en las zonas sin centros urbanos que permitan a los editores generar redes solidarias que favorezcan la sustentabilidad de los proyectos”, sostienen. El 70,4% de las publicaciones censadas se edita en la CABA y el Área Metropolitana; y casi el 30% en el resto del país. De ese total, la mitad se ubica en la región Centro (14,2%): es decir, en conglomerados urbanos como Córdoba, Rosario, Mar del Plata, Paraná y Bahía Blanca.
Si bien la muestra no abarca a la totalidad de revistas culturales del país, ya que comprende solo a las revistas asociadas a Arecia, brinda uno de los panoramas más completos del sector. “La experiencia indica que entre un 20 y un 30% de las revistas no completan el censo en el tiempo de la convocatoria, pero sí lo hacen a posteriori, incorporándose así a los listados de la Asociación. Por ejemplo: el Cuarto Informe analizó 178 revistas, pero meses después eran 220 las revistas registradas en Arecia. En tanto, en 2014 el censo analizaba 213 asociados pero otros 68 se incorporaron luego del cierre del informe. En todos los casos, para poder construir una serie comparativa, se toman aquí los números al cierre de cada censo”, explican.
ASOCIATIVISMO Y CONSTRUCCIÓN COLECTIVA

“La debilidad del sector frente a la burocracia estatal y la ausencia de políticas de fomento, se refleja año tras año en la figura jurídica y fiscal con la que los editores encaran sus proyectos.
Actualmente el 69,1% es monotributista o autónomo. Es una situación de larga data: el primer informe (de octubre de 2012) registraba un 64% de monotributistas”, indica el informe. No obstante, el censo refleja que hay “un cambio significativo” en la forma de asociatividad de los proyectos respecto a 2015: las cooperativas se incrementaron un 20%, pasaron de representar el 8,4% al 10,5%. Si bien todavía se trata de un segmento acotado, el 5° Foro de Revistas Culturales visualizó a través de esta forma asociativa el horizonte de crecimiento de Arecia. “La no formalización de esa forma organizativa es en parte producto de los requisitos burocráticos y económicos que rigen para la conformación de este tipo de entidades”, dicen. “Si la concreción de esos trámites, proyectada como una línea de trabajo de Arecia, encontrara respaldo en políticas de Estado, en 2017 las cooperativas podrían pasar a representar el 34% de la asociación y los monotributistas caerían al 45%”, proyectan.
Hoy, las formas jurídicas que adoptan las publicaciones son éstas:
—El 69,1% es monotribustista o autónomo
—El 14,8% es una asociación civil.
—El 10,5% es una cooperativa.
—El 3,1% una SRL
—El 0,6% una fundación
—Y el 1,9 una sociedad anónima.
En relación a 2015:
—Se mantuvo estable el sector monotributista/autónomo (reducción del 0,7%)
-Creció en un 6,8% el sector asociativo sin fines de lucro (asociaciones civiles, fundaciones y cooperativas)
—Se redujo un 25% el sector conformado por las SA y SRL.
PUBLICIDAD Y COMERCIALIZACIÓN
De las 162 revistas censadas, el 75,3% tiene pauta privada, pública o ambas. Sólo el 7,3% trabaja con una agencia de publicidad, mientras que el 66% tiene integrantes del proyecto ocupándose de la comercialización de la pauta. En las revistas impresas, los avisos ocupan en promedio el 20,9% de la edición. En las webs, en cambio, hay variaciones: seis de cada diez tienen banners simples en sus portadas o en sus páginas interiores. Casi un 10% usan el sistema Google AdSense. Otro 10% cuenta con formatos publicitarios Rich media, manejados —en general— por las agencias de publicidad para marcas comerciales y multinacionales.
La repartición de pauta pública sigue siendo escasa para el sector. El 30% de las revistas accede a pauta del Estado nacional (en 2015 ese número apenas alcanzaba el 17,4%), y el monto recibido por las publicaciones autogestivas en el primer semestre de 2016 representa solo el 0,057% de pauta distribuida por el Gobierno nacional en ese período. Según la información difundida por la Secretaría de Medios de la Nación, desde el 10 de diciembre de 2015 al 21 de junio de 2016, el Estado otorgó pauta por $801.972.408. “El reparto favorece claramente a los sectores concentrados de las empresas mediáticas. De acuerdo a la información oficial, el Grupo Clarín fue el más beneficiado con el 17,9% de la pauta. Es decir, 350 veces lo recibido por las revistas independientes”, exponen desde la asociación.

Sólo el 17,6% de las revistas de las provincias (exceptuando a CABA) tiene pautas a nivel local o municipal. En el Municipio de Morón existe una ordenanza sancionada, que asegura el 4% de la pauta local al sector sin fines de lucro. Sin embargo, desde la asunción del intendente de Cambiemos Ramiro Tagliaferro, el cumplimiento de la normativa quedó paralizado. En Rosario, en tanto, AReCIA impulsa un proyecto de ordenanza en el Concejo Deliberante que contempla la asignación del 5% de la pauta oficial a revistas culturales. El mismo porcentaje establece uno de los artículos de la “Ley Cascioli” de promoción y fomento a las revistas culturales de la Ciudad de Buenos Aires que ya ingresó en la Legislatura porteña. El texto de la norma se presentará públicamente este sábado en una jornada frente a la Defensoría del Pueblo de la Ciudad, histórico edificio de Ediciones de la Urraca, madre de publicaciones legendarias como Revista Humor y El Periodista.
CIRCULACIÓN Y DISTRIBUCIÓN
Los editores de revistas impresas utilizan un gran abanico de modalidades de distribución para poner en circulación sus publicaciones. Los circuitos tradicionales —kioscos de diarios y revistas (43,9%) y librerías (35,5%)— se muestran como las opciones menos predominantes.
Esto no es casual: Arecia lleva años denunciando la desregulación del sistema de distribución de kioscos y revistas (mediante el Decreto 1025). “El Sindicato de Canillitas ha denunciado que el 50% de los recorridos de distribución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires ya son controlados por Clarín y La Nación”, sostiene el informe. Frente a este escenario expulsivo y la ineficiencia del circuito tradicional, las revistas se las rebuscan y optan por distintos canales. El “mano en mano” es un sistema habitual de circulación (74,7%), también la distribución en centros culturales (54,2%) y la suscripción (52,3%). Entre otras alternativas se destacan lugares afines, comercios, eventos, ferias, universidades y espacios políticos.
Las formas de distribución evidencian una cercanía y contacto con los lectores. Kahn dice: “Hay mucha producción en todo el país, incluso mucha producción que no se identifica con la categoría de revista cultural independiente o autogestiva que ofrece una gran diversidad de temáticas, miradas y propuestas, justo en un momento en el cual hay una especie de avidez por parte de muchos sectores por captar la atención de las personas. Ahí es donde Arecia ofrece un montón de experiencias interesantes que son prueba de que se puede hacer otro tipo de comunicación sustentable y de calidad más allá del escenario actual”.
¿Y ENTONCES QUÉ?
“El futuro es autogestivo”, sostienen desde la asociación y destacan que este escenario queda claro por qué el sector necesita de una ley nacional de fomento a la edición gráfica y digital. “Yo creo que Arecia tiene un rol fundamental hoy, y lo va a tener en un futuro mientras esto siga así, que es el de concientizar a los editores que nuestro trabajo es valioso y que es posible hacer autogestión de calidad, porque eso forma parte de la confianza que los lectores le dan a nuestros medios y al trabajo que hacemos”, explica el director de Maten al Mensajero. Pero para eso indica que “es necesario que el Estado se involucre e intervenga para regular cuestiones básicas y esenciales como el acceso al papel, los circuitos de distribución y fomente la diversidad y la pluralidad del sector mediante una ley que hoy no tenemos, y que desde Arecia venimos impulsando desde 2013 y que vamos a seguir impulsando porque comprendemos que así vamos a poder abarcar cada una de las realidades que hoy le tocan atravesar a todas y cada una de las revistas culturales e independientes de todo el país”.
Nº de Edición: 1683