El ciclo organizado por el agitador cultural Mario Montenegro (Angustia Pública) convoca cada vez a más interesados en conocer a autores emergentes. Las lecturas suelen alternarse con música acústica en vivo. Agárrese de la mano de la cronista.
Por Jacqueline Golbert
Fotografía gentileza de M.M.
Buenos Aires, diciembre 11 (Agencia NaN-2012).- En El Pacha no se aplaude, se chasquean los dedos, ¡clap!, «porque hay una vecina que es vieja y loca, que tira lavandina si le parece que se está haciendo mucho ruido», dice la leyenda urbana. Antes de cada muestra se escucha la consigna y por si a alguien no le queda claro, la pared principal está intervenida con manos que chasquean los dedos. El Pacha es una casa vieja con espíritu jipi. Allí hay movidas culturales casi todos los días. Si no tenés nada para hacer te das una vuelta por ahí, que seguro sale algo. Tocás una puerta anónima en Villa Crespo –la dirección se comparte por inbox– y el dueño de casa te abre. En el living se recita poesía, actúa, canta o baila al ritmo de canciones acústicas, mientras en la barra, a cargo del dueño de casa, hay desde pizzas con hongos a empanadas árabes. Hay cerveza, hay vino, hay bebidas que podés tomar del pico, pero si querés un vaso, te ofrecen frascos de mermelada. Al costado de la barra, hay una biblioteca, donde conviven autores reconocidos, under e ignotos, todos con mensajes de amor y agradecimientos al Pacha por abrir sus puertas. El primer sábado de diciembre Mario Montenegro, músico, poeta y agitador cultural de cuarenta y tantos años, organizó la movida “12 poetas, 12 apóstoles”.
En el escenario, con luces bajas, íntimas, hacía calor, aunque Mario, con sus anteojos a lo John Lennon, vistió un sobretodo beige, que evocaba al Inspector Gadget. Hizo de presentador y entre poeta y poeta, recitaba alguna poesía de su propia autoría o de sus pares, como “Está bien”, de Diego Fantin: “Quería salir el sábado por el barrio con vos/y ver todas las casas cada una los techitos las ventanas/ todos los sábados para siempre hablando de cualquier cosa”. Por esa mirada ingenua del amor recibió una ovación de chasquidos de dedos. Luego hacía pasar al escenario con distintas anécdotas del día en el que se habían conocido a otros poetas.
Mario contó que convoca a los poetas que logran conmoverlo, emocionarlo por su estilo o simplemente, porque se identificó con algún fragmento de una poesía. Aunque el lema del evento era “12 poetas, 12 apóstoles”, el flyer que Mario lanzó en Facebook con su nickname Angustia Pública, convocaba a 24 poetas porque “siempre termina faltando la mitad”. Una profecía cumplida: ese día asistieron diez poetas. Entre ellos, ya sea por manejar bien el momento del escenario, por textos ocurrentes y animados o también por sobresalir, exageraron al punto de encarnar a un poeta maldito, como Aldana Capellano, una poetisa de apenas 17 años, que siempre que sube el escenario recita sus hazañas de borracha o de cómo se la “chupa” a su novia, aunque muy desinhibida interactúa con el público y pareciera que recitara desde los cinco años. Otros de los que hizo vibrar los chasquidos fue el carismático Humor Jauss. Subió al escenario con una remera, con la frase “I love asado”. Justamente, en su primer relato arremetió contra los vegetarianos y ambientalistas. Lo continuaron, los cantautores Pacha Mendes y Renzo Sinisi.
Cerca de final, alrededor de las cuatro de la madrugada, el micrófono quedó abierto para todos, cualquiera que se subía al escenario podía leer un cuento, cantar una canción, interpretar una escena de teatro o lo que fuera. El micrófono lo inauguró Mario tocando unos temas propios como “Voy a hacer un flyer con la foto de tu rostro”. El público que frecuenta El Pacha conoce el espíritu rockstar de Mario y por contraposición sus letras divertidas e infantiles. Rockeó como un niño en un acto escolar, siempre con la complicidad de los espectadores que siempre pedía un tema más.
Acto seguido, un escritor anónimo, algo pesado, leyó un cuento de diez páginas y el público empezó a irse, jaqueado por sueño o la fatiga del relato. Entonces, Mario agradeció y convocó, nuevamente, para el 20 de diciembre, a la misma hora, y en el mismo lugar a participar de su última movida del año. Será otra historia de poetas y músicos, pero también de body painting en vivo y una sorpresa: será el cumpleaños de Mario y al otro día, quizá, se termina el mundo, según la profecía maya.