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El mundo es una historieta en Historieta Nacional.-

El espectáculo de Carlos Garaycochea, uno de los humoristas gráficos con más trayectoria y presidente de la Asociación de Dibujantes Argentinos, promete un “recorrido por la historieta argentina, sus personajes y sus autores”, pero la mezcla de monólogos, sketchs, animaciones y música en vivo dificulta la coherencia del relato, que resulta divertida para el distraído que va a cenar al restaurante / museo de historieta palermitano pero puede parecer leve para los amantes del género.

Por Sergio Sánchez
Fotografía de María Luz Carmona para Agencia NAN

Buenos Aires, julio 28 (Agencia NAN-2009).- El mundo es una historieta es el espectáculo protagonizado por el humorista gráfico Carlos Garaycochea, de extensa trayectoria en el ramo, y que combina monólogos, sketchs, animaciones audiovisuales y música en vivo. Aunque pareciese contar con elementos para triunfar, el show pocas veces logra coherencia, porque las disciplinas que lo integran sólo en ocasiones son eficaces y no consiguen complementarse en la obra. Además de su título y del sitio donde se lleva a cabo –Historieta Nacional, un ostentoso restaurante temático de Palermo–, el espectáculo promete “un recorrido por la historieta argentina, sus personajes y sus autores”… pero se corre casi todo el tiempo de ese eje. Salvo por algunas excepciones.

La obra es divertida y admisible para los distraídos que fueron a cenar, pero no para los amantes de las historietas clásicas de humor que se acercaron para ver a un talentoso dibujante producir su arte en vivo o para saber más acerca de una disciplina que tiene una vasta historia en el país y que conoció la gloria y el fracaso. Garaycochea despliega por momentos un ingenioso humor cargado de ironía y para nada soez, pero se olvida del “mundo” de las viñetas.

Mientras los comensales saborean el postre, el humorista sube al pequeño escenario y comienza a dibujar en las hojas ubicadas en el atril. “El que adivine el acertijo se gana el dibujo”, promete el artista de casi 80 años que preside la Asociación de Dibujantes Argentinos. La ilustración presenta a dos narigones brindando: uno con un chopp de cerveza grande y otro con uno más pequeño. Entonces, desde el fondo gritan: “¡Chopin!”. Efectivamente, la respuesta es el compositor y pianista polaco, y el original se va con el primer afortunado de la noche. Pero lamentablemente el excelso dibujante no agarrará más lápices en toda la velada y se reservará únicamente para los monólogos y, en menor medida, para la interacción con sus compañeros.

Luego, el primer segmento teatral guarda fidelidad con la temática de la obra. Porque en escena aparece para interactuar con Garaycochea la actriz María Marchi, caracterizada como una dibujante “top” y moderna que quiere triunfar en el campo de la historieta nacional con personajes originales inventados por ella, pero que en realidad son copias de clásicos de la animación y las viñetas argentinas. Así bromean, entre otros, con “Demente”, en lugar de Clemente, de Caloi, o “Bidete Pereyra y su perro Maceta”, en alusión al Inodoro Pereyra y Mendieta, del recordado Roberto Fontanarrosa.

En ese marco, el lúcido Garaycochea, que parece tener 20 años menos, hace reír a los presentes con un humor similar al “cómico stand up” pensado para bares o cortinas de programas para televisión. Un medio que no le es ajeno, porque el humorista trabajó en la pantalla chica en Humor Redondo, un exitoso e histórico programa que condujo Héctor Larrea a fines de los 60s.

En cada intervalo, el cantautor autodidacta Humberto Primogerio presenta sus canciones de trova que reflexionan sobre la vida y el amor, creando un ambiente relajado y conmoviendo a muchas de las señoras y jóvenes que asistieron a Historieta Nacional, un restaurante que también intenta ser un museo sobre la historieta argentina. En las paredes del espacio cuelgan dibujos de Patoruzú, Ico, Mafalda, tapas de revistas de humor gráfico de antaño como Fénix, Rico Tipo, Nippur Magnum y Skorpio. En las vidrieras, primeras ediciones de libros de Caloi, Quino, Mazzone, Landrú y Lino Palacio.

Volviendo a la obra, el segmento mejor logrado fue sobre un cuento de Fontanarrosa dedicado a la argentina-boliviana Juana Arzuduy, que combatió en la guerra de la independencia hispanoamericana en el Alto Perú, entre 1809 y 1816. A cargo del relato, estuvo nuevamente Marchi, pero esta vez en la piel de una docente que mantuvo una disputa por carta con Domingo Faustino Sarmiento. En esa discrepancia, la educadora rescató el valor de los héroes nacionales y la cultura local y, por su parte, el “prócer” defendió el sistema educativo imitado de Europa.

Después, Primogerio se calzó nuevamente la guitarra acústica para interpretar un tema llamado “Hay una canción”, para homenajear a reconocidos historietistas del país como “Landrú, Oski, Robin Wood, Oscar Grillo y Daniel Paz”, según enumeró Garaycochea. “Quiero que la Ciudad tenga un museo dedicado a la caricatura. Muchas veces las autoridades me prometieron que lo van a crear pero nunca lo hacen”, se quejó el longevo artista, que dirige su propia escuela de dibujo hace 25 años. Y para cerrar el concepto, el músico tocó su canción “Es un sueño de otoño”.

Luego de la parte musical y de la última aparición en la noche de Marchi interpretando a una mujer enamorada y aturdida, Garaycochea invitó a ver una proyección muy divertida y absurda que ironizaba al tema “A mi manera” con ilustraciones de su autoría. “El humor es dar vuelta las cosas y sorprender”, definió el dibujante tras el video. Y entonces, los tres integrantes cantaron a coro el tema “Personajes” para intentar unir las partes sobre el final del espectáculo: “El mundo ha sido siempre una historieta/ Nos enseñan a entender las cosas como son”, entonaron sin quedar dibujados.

* El mundo es una historieta va hasta el 15 de agosto los sábados a las 21 en Historieta Nacional, Honduras 5207, Palermo.