Por Esteban Vera
Fotografía de Clara Muschietti para La última habitación
Buenos Aires, junio 16 (Agencia NAN-2009).- El marido, la enfermera y el doctor van de acá para allá en la habitación, entran y salen. Ella examina a Clara, que está en coma vegetativo. Corren las cortinas de la ventana y chocan. Mientras tanto, Clara sueña y baila detrás de un arco iris. Así, los días, las semanas y los meses pasan. Un año después, la paciente despierta, a tres días de perder la cobertura de la obra social en la clínica. “Estoy bien –-asegura–, ¿hay torta?”. Esas pocas palabras revolucionan la cotidianeidad de su marido, el Negro, del doctor Juan Cruz y de la enfermera Mabel. Sobre los últimos días en la clínica es la historia representada en La última habitación (el despertar de Clara), obra escrita y dirigida por Walter Velázquez que se puede ver los viernes a las 23 en el Belisario Club de Cultura (Corrientes 1624). Una pieza que reflexiona sobre el coma y el desamparo de la Salud privada y pública y las relaciones personales, a través de una mirada clownesca.
Realismo mágico
El elenco integrado por Luisina Di Chenna (Clara), Maximiliano Trento (Juan Cruz), Sol Lebenfisz (Mabel) y Gabriel Páez (El Negro) presenta actuaciones colectivas compactas y muy buenas, sobre todo por la palpable integración y conexión entre ellos. Pero también por las destrezas circenses con las que acompañan su interpretación. Justamente, la historia está contada en clave clown. Esa técnica para hacer humor se transforma en esta obra en un persistente delirio y se traduce en diálogos divertidísimos, por momentos desopilantes y conmovedores, entre los cuatro.
Con los temas «What a wonderful world», de Louis Armstrong, y varias versiones de «Somewhere over the rainbow «(el tema principal de la película El mago de Oz, de 1939), la pieza logra crear un ambiente propicio para la recepción psicológica de la historia, condicionando al espectador a aceptar un universo de ensueño, que transcurre entre lo real y lo mágico. Todo acompañado por un eficaz dispositivo escénico utilizado en la puesta: una habitación de clínica, con paredes blancas y una cama hospitalaria.
En esa habitación, amparada en el registro de la comedia dramática, también surgen los conflictos y vaivenes sentimentales del resto de los personajes: las debilidades y necesidades afectivas de el Negro; las dificultades y decepciones matrimoniales de Juan; los sueños, los deseos y las obsesiones de Mabel. Y a su vez, la tensión sentimental entre ella y el doctor. “La obra habla de muchas cosas, especialmente de las relaciones humanas. Clara en torno a su cama de hospital es una mera excusa para contar lo que sucede a su alrededor. Prefiero los personajes imperfectos, que tienen dificultades, a los que les cuesta mucho todo”, le explicó Velázquez a Agencia NAN.
Mirada clown
El dramaturgo y director de la obra es también docente de clown (aquí, en España y en Italia) y actor, aunque no en esta ocasión. Como profesor formó al elenco en esa técnica de humor: “Ellos trabajaron en distintos talleres conmigo. Incluso, fueron compañeros en un taller de armado de rutinas de humor que dicto, que se llama Ganándose el Cobre. Esto fue hace unos 5 ó 6 años. Paro a la mayoría los formé en algún momento de su carrera”, contó.
–¿Por qué decidió apelar al lenguaje del clown?
–Es el lenguaje que me permite contar historias que se vean contenidas dentro del realismo mágico, porque el clown tiene una mirada absolutamente ingenua de la realidad para bien y para mal. Cuando es para bien, es muy tierno y es lo que estamos acostumbrados a ver, quizá hasta el hartazgo. Y cuando es para mal, el tema se comienza a poner más interesante. Por ejemplo, Chaplin en Tiempos Modernos, cuando Carlitos viene transitando por la calle y delante suyo se cruza un camión que transporta unos tubos largos y lleva en el extremo de los mismos un trapo rojo. El trapo se cae, Chaplin lo toma y lo comienza a sacudir en el aire para que el camionero vea que se le cayo y, por de tras de él, en ese mismo momento, dobla una manifestación de obreros en huelga, y el queda al frente de la escuadra huelguista con una bandera roja ondeando en su mano. Claro, él fue detenido por instigador al desorden social. Para mal.
La obra (producida por la Compañía Internacional de Comediantes Sin Pulgares) está inspirada en el caso de Christa Lilly, una mujer de Colorado, Estados Unidos, que después de seis años en coma despertó, se abrazó con su familia y pidió un lemon pie. ¿Milagro? Quién lo sabe. Dos años atrás, de gira por España, Velázquez leyó en un diario la historia de esa mujer: “Lo primero que dice es ‘¿hay torta?’, después de un año dormida. Si esta mujer no preguntó por su marido, hijos, familiares y lo primero que quiere es torta, me dije: ¡esto es clown!”. Así, Velázquez tomó aquella noticia para crear y montar La última habitación.
El noticiero
— ¿Qué función cumple aquí el noticiero que aparece promediando la obra? ¿Remarcar un punto vista a favor de una mejor asistencia a personas que se encuentran en coma?
–El video cumple varias funciones, depende de cuál de ellas le llame más la atención al espectador. Algunos se quedan con la información científica que nos da, el tema del medicamento que se le aplica a la paciente, que es Solpidex. Otros se quedan con la denuncia de que las obras sociales y prepagas se desentienden en algunos casos de sus responsabilidades. Otros con lo que significa para los familiares tener a un cercano en esa situación. Pero todos ríen con la proyección del video. Por suerte, ahí se ponen de acuerdo.
Según entiende el cronista de Agencia NAN, los recursos audiovisuales en La última habitación también son un reclamo de mayor asistencia del Estado a las personas en estado vegetativo. Este diálogo entre el Negro, el doctor y Mabel lo sintetiza:
Mabel: -Al paciente en estado vegetativo no se le puede considerar una «carga» para la sociedad. Más bien, debería reconocérsele como una llamada a la realización de modelos de asistencia sanitaria y de solidaridad social, nueva y más eficaz.
Negro: -Sí, sí. El doctor y los demás médicos me dijeron que pueden pasar meses para empezar a hablar de una recuperación, pero yo estoy a full con esto, tengo mucha esperanza, no tengo otra cosa más importante en mi vida. Yo creo que el gobierno debería prestar atención especial a las familias en las que uno de sus miembros se halla en estado vegetativo. Deberían garantizar asistencia sanitaria para todos los niveles sociales, apoyo humano, psicológico y económico, que les permita salir del aislamiento.
Doctor: -Además, es necesario que las instituciones organicen modelos de asistencia especializados para la atención de estos pacientes, centros de recuperación y de rehabilitación, esparcidos por el territorio; y que garanticen la formación de personal competente y especializado. Siento el deber de afirmar que el paciente en estado vegetativo es una persona humana y no un enfermo terminal.
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