Por Sergio Sánchez
Fotografía de Nicolás Parodi para Zoomimago.com
Buenos Aires, junio 9 (Agencia NAN-2009).- Ver a dos colectivos musicales y a un artista de la calidad de Arbolito, La Bomba de Tiempo y Raly Barrionuevo reunidos en un mismo sitio no sucede todos los días. Menos a precios alejados de los costos excesivos de los festivales auspiciados por grandes empresas de bebidas. Y si a eso se le suman letras comprometidas y un público para nada adormecido, la combinación parece perfecta. Todo eso ocurrió en el marco del ciclo “Rock y Reggae”, el pasado sábado en el estadio cubierto Malvinas Argentinas (de Argentinos Juniors), en el barrio de La Paternal. Pese al viento frío, más de 4000 personas se hicieron presentes y agotaron las capacidades del campo, pero no así las de las plateas. Es que era un show propicio para saltar, bailar y olvidarse de las bajas temperaturas.
Los primeros en subir al escenario fueron los integrantes del grupo de percusión dirigido por Santiago Vázquez, La Bomba de Tiempo, quienes demostraron que nunca faltan a los ensayos. Con 17 músicos en escena vestidos totalmente de rojo, el colectivo de tambores cumplió con su finalidad: activar el dispositivo “movimiento” en los cerebros del público. Aunque los primeros en ingresar al estadio, pasadas las 19.30, lo hicieron con un poco de timidez. Sin embargo, a medida que los músicos bombardeaban con mayor intensidad, los cuerpos se empezaban a agitar. La Bomba crece todo el tiempo, renace y estalla. Pero se vuelve a encender y nunca muere. Teniendo como eje musical la improvisación dirigida y un sistema de señas hechas con las manos, los dedos y el cuerpo, los artistas recuperan parte de la herencia rítmica nacida en África.
“Es un gusto compartir lo que hacemos con ustedes y con estos artistas”, agradeció Vázquez casi en el final del show. A la agrupación, que se presenta todos los lunes en la Ciudad Cultural Konex, la completan Alejandro Oliva, Mariano Cantero, Nacho Álvarez, Juampi Francisconi, Richard Nant, Lucas Helguero, Mario Gusso, Pablo Ben Dov, Andrés Inchausti, Luciano Larocca, Carto Brandán, Pablo Palleiro, Gabriel Spiller, María Bergamaschi, Diego Sánchez y Cheikh Gueye.
Ahora sí, con la humildad que lo caracteriza, ingresa al centro de la escena el trovador folklórico Raly Barrionuevo. Desde abajo, todos aplauden con menos euforia que hace un par de minutos, pero con mayor serenidad. Porque es un momento para más palabras que sonidos. Así arranca con “Sangre de Mistol”, canción de Los Manseros Santiagueños que relata las penas que sufren los pobladores de su provincia natal, Santiago del Estero. Luego vinieron “Como danza la esperanza” y “El Activista”, ambos de Población Milagro, publicado en 2003.
Barrionuevo es dueño de una voz calma, pero enérgica. Y lo acompañan músicos que completan una formación rockera, pero centrada en ritmos tradicionales como la chacarera y la zamba. Ellos son Ernesto Guevara (¿casualidad?) en guitarra, Sebastián Salles en bajo, César Elmo en batería y Carlos Ramírez en acordeón.
“Vamos a cantar una canción que se la queremos dedicar especialmente a todos los movimientos independientes y sociales que luchan día a día ante la adversidad y ante la deshumanización que propone este sistema”, criticó el músico antes de iniciar con la primera estrofa de “Esta historia”, de su último disco, Noticias de mi alma: “Vamos desandando este camino/ vamos resistiendo en este olvido / que está lleno de vida este dolor / que está lleno de sangre este dolor”. La respuesta fue una lluvia de aplausos.
Tampoco faltaron clásicos de su repertorio como “Baguala del desengaño”, “Mañanas de Navidad”, “Luz compañera”, “La Rafa Touriño”, “Mensajes del alma” y “Oye Marcos”. Sin embargo, casi en el final todos esperaban la versión rockerísima de “Hasta siempre”, que no sólo sonó con guitarras al palo y distorsionadas, sino que la masa pogeó como en un recital de La Renga. También hubo lugar para el bis: “Somos musiqueros” cerró la interesante presentación de Raly.
El broche de oro del festival no se hizo esperar. Arbolito, una de las bandas más comprometidas de la actualidad, hizo su penúltimo show antes de comenzar a grabar su próximo disco. Y la jornada también les sirvió para despedir un álbum que les dio muchas gratificaciones a nivel profesional: Cuando salga el sol, de 2007. Sin embargo, los muchachos no se la creen y, si bien ya no tocan en plazas, como antaño, lo hacen en espacios con precios accesibles y aún colaboran activamente con causas nobles, como la recuperación de fábricas o la reivindicación indígena ¿Es acaso Arbolito una banda disfuncional al sistema? ¿Es contrahegemónica? Es difícil asegurarlo. Lo cierto es que la masividad –no confundir con popularidad– que ganaron con el último disco les permitió filtrar consignas en radios comerciales como: “Recuperemos la tierra y vivamos en libertad / si hay que mostrar las espinas, vamo’ a mostrarlas nomás”, fragmento de “Saya del yuyo”.
No hay que desviarse de la crónica. En este momento, los músicos de Arbolito están arriba de las tablas a punto de comenzar: “La mala reputación”, del disco homónimo, es la primera. Y todos coinciden con la idea de que la “música militar” no puede hacer “levantar” a nadie. Por lo menos, no a los que están presentes esa noche, con banderas del “Che” y wiphalas. “Es un placer estar acá compartiendo la fecha con alguien con el que siempre quisimos tocar en Buenos Aires: Raly Barrionuevo”, se sinceró Ezequiel Musid, guitarrista y vocalista del grupo que lleva el nombre de un ranquel vengador.
Luego, con la sensatez que no pueden disimular, tocaron la hermosa y triste canción “Niña mapuche”, también de Cuando salga el sol, junto a Raly como músico invitado. Y mientras la flauta de Agustín Ronconi y el clarinete de Pedro Bergobello hacían viajar con la imaginación, en las pantallas gigantes, ubicadas a los costados del escenario, se proyectaban imágenes de la lucha histórica de las comunidades indígenas para recuperar la tierra a la que pertenecen.
Pero los egresados de la Escuela de Música Popular de Avellaneda (EMPA) se empecinan en no dar respiro. Ahí nomás invitaron a Dany Buira, de La Chilinga, para que se hiciera cargo de la percusión en “Como una luz”. Entonces, todo se detuvo. Ellos se miraron. Y muchos cantaron: “Qué lindo que es saber que estás aquí / como una luz que rompe con tanta oscuridad (…) Qué lindo que es estar cerca de tí / y ver esos ojitos que no pueden ocultar / que al fin y al cabo todo se construye con amor”. Luego, el mundo siguió avanzando nuevamente y todos agradecieron.
Y ahora las protagonistas en la chacarera simple “La recuperada”, de Cuando salga el sol, fueron las guitarras de Jusid, la batería de Diego Fariza, el bajo de Andrés Fariña y la percusión de Sebastián Demenstri. Luego, la voz de Verónica Condomí, la segunda invitada de la noche, aportó frescura a la siguiente etapa del show. Así, “Zamba para la guagüita” hipnotizó a más de uno.
Ya eran las 23.30 y el frío parecía haber quedado en el olvido. Los oídos se llenaron de canciones para escuchar, pensar y reproducir. Pero restaba un cuarto de show: “La costumbre” y los instrumentales “Amérika bonita” y “Estudio de charango” dieron la pauta de que los Arbolito son latinoamericanistas en serio. ¿Una prueba más? En “Sariri” subió a bailar el Ballet Amerindia, cuyos integrantes vestían trajes típicos que se usan en los carnavales de las culturas andinas. Y todos viajaron nuevamente, pero esta vez a Bolivia. Pero, como dijo Vox Dei, “todo concluye al fin”. Por eso, “Sobran”, la versión con vientos de “El pibe de los astilleros”, “La arveja esperanza”, “La novia” y “Si me voy antes que vos” cerraron un festival comprometido, conmovedor y necesario.
Arbolito:
http://www.arbolitofolklore.com.arRaly: http://www.ralybarrionuevo.com
La Bomba: http://www.myspace.com/labombadetiempopercusion