Se dice que Buenos Aires es la ciudad con más librerías en el mundo, pero existe una en el barrio porteño de Congreso distinta a todas las demás, un emprendimiento cultural independiente que llama la atención con su vidriera donde exhibe una aplastante mayoría de material nacional y por la abrumadora cantidad de historietas argentinas que puede encontrarse entre sus bateas. Esta rara avis del mundo de las comiquerías parece estar destinada a convertirse en el punto neurálgico de la historieta vernácula, un espacio de encuentro entre autores, editores y lectores bajo un mismo techo llamado Fábrica de historietas.
Algunos años atrás un proyecto de este estilo en Argentina hubiese significado una utopía, una arcadia del cómic o una quimera, aunque no en referencia al animal mitológico sino más bien a ese tipo de sueño anhelado pero inalcanzable.
Hoy, sin embargo, Fábrica de historietas es una realidad, y como tal puede ser comparada con una Hidra de Lerna porque al igual que el monstruo ctónico que tenía muchas cabezas para defenderse, Fábrica cuenta con la fuerza de cuatro editoriales independientes y es impulsado por un grupo de socios que representan a las firmas Hotel de las ideas, Historieteca, Loco rabia y A4 Editora Distribuciones, actores fundamenta de la nueva historieta independiente argentina.
“El año pasado quise armar un proyecto de este tipo pero no llegué a hacerlo. Y en paralelo Diego Rey (Hotel de las ideas) tenía la misma idea, entonces lo hablamos, nos fuimos juntando y de a poco comenzó a nacer Fábrica de historietas”, cuenta Alejandro Farias, editor de Loco Rabia. “Hablé con Diego Rey y Diego a su vez habló con Marcelo Pulido. Marcelo se había quedado sin trabajo y podía hacerse cargo de atender el local, quería que le paguen un sueldo por leer historietas (risas), así que por suerte todo cerró”.
En la misma sintonía Marcelo Pulido, editor de Historieteca agrega: “Además teníamos un par de necesidades: tener un depósito donde poder aunar libros y que funcione a la vez como centro de distribución, contar con un lugar donde ir acumulando las cajas que vayan llegando, y tener un canal de venta directa. La idea también era que el depósito se solventara y no genera gastos.”
Fábrica de historietas está compuesto por cuatro socios capitalistas y un socio que además es empleado y pone la fuerza de trabajo en el local. De esa manera distribuyen los roles y llevan adelante este proyecto jugado pero más que nada necesario: “Creo que es una especie de consecuencia de un proceso de crecimiento”, dice Santiago Sánchez Kutika de Hotel de las ideas, “era el paso lógico a seguir, tener un lugar donde centralizar todo un poco”.
Cualquier lector de historietas puede nombrar una o varias tiendas de cómic emblemáticas en Buenos Aires –algunas de ellas ya extintas- pero la realidad es que nunca existió una comiquería dedicada a reunir todo el material argentino y exhibirlo con orgullo en la vidriera de su local. La historieta nacional invade todas las bateas de Fábrica, y se apropia de cada uno de sus estantes. Sin dudas es un emprendimiento novedoso, pero además se trata de un lugar de congregación y una especie de meca para los autores independientes.
Por supuesto que contará con algunas ediciones extranjeras, aunque el porcentaje, comparado con lo nacional, será ínfimo. “El tema es que el acento, al ser nosotros editores, está puesto en lo argentino”, nos cuenta Marcelo Pulido, y Alejandro Farias acota: “Habrá una batea chiquita de extranjero, pero el fuerte va a estar en el nacional”.
La búsqueda de Fábrica de historietas no solo se limita al acopio de material nacional, sino que también buscan tener, si no todo, al menos la mayor cantidad posible de obras locales. Esto es algo que no sucede en otras comiquerías, y es a su vez lo que las diferencia del resto. “Además de juntar el material, buscamos darle visibilidad. Lo extranjero, al revés de la típica comiquería, va a ser lo marginal acá”, dice orgulloso Alejandro Farias.
El lector que consume historieta argentina de editoriales independientes sabe que las pequeñas editoras no pueden llegar a todos los puntos de venta, por esa razón está acostumbrado a tener que esperar a los grandes eventos para conseguir aquellos títulos que desea. La otra opción, más engorrosa y cansadora, es recorrer los cien barrios porteños hasta dar con esa difícil gema en viñetas que tanto le cuesta ubicar. Con respecto a este tema Pulido asegura que “me he encontrado con gente que viene al local y dice ‘Qué bueno es que no hay que esperar a dibujados para encontrar estas ediciones’. Nosotros creemos que eso es muy importante”.
Otro aspecto al que le dedican especial atención es el trato con la clientela. Todo comiquero argentino ha lidiado en algún momento con la clásica mala predisposición de los empleados de ciertas comiquerías de renombre. El poco interés en vender o, peor aún, la cara de culo del vendedor de turno hace que muchos duden el volver a comprar allí.
En Fábrica de historietas buscan ser ajenos a esa tristemente célebre costumbre y la juegan por el lado de la buena onda. El trato cordial, la calidez para recomendar el material que tan bien conocen, y ese cafecito o mate que te convidan va creando un clima distendido que hace sentir cómodo al comprador, y de esa manera generan una clientela fiel que entra al local entusiasmada y sale muy conforme. “En otras librerías el cómic extranjero se vende solo. Mucha gente va directo a buscar lo que quiere, entran, compran y salen. Acá hay que hacer un trabajo más fino”, asegura Farias, Y Santiago Sanchez Kutika remata: “También hay algo fundamental que parece chiste pero no lo es: Marcelo (Pulido) es un muy buen vendedor en ese sentido, porque como todos nosotros conocer el material que estamos mostrando. El problema está cuando nadie te lo muestra, nadie te lo recomienda, nadie sabe muy bien de que se trata. Es muy difícil que alguien compre porque sí un libro”. “Y es ahí cuando te das cuenta que el material no se vende tanto porque no se muestra”, concluye Alejandro Farias.
Que la historieta nacional está pasando un muy buen momento no es ninguna novedad. Los autores jóvenes y talentosos proliferan, las editoriales independientes se multiplican, los festivales son cada vez más concurridos, y todo esto a pesar del complicado momento socioeconómico que atraviesa el país, lo que demuestra que nuestra historieta es fuerte y está bien plantada para resistir el embate anticultural de este gobierno neoliberal. Al menos por ahora.
Según Santiago “Este año fue bastante bueno para la historieta argentina en general, pero si no estuviésemos tan mal socioeconómicamente nos hubiese ido mucho mejor. A todos”. Farias por su parte está convencido de que el buen momento no es reciente, sino que se trata de algo que se viene gestando desde hace algunos años: “Hay mucho material, muchos editores, diversidad de estilo, de temáticas, de conceptos de lo que es la historieta en sí. Es un momento súper rico. Surgen autores todo el tiempo, hay varios colectivos y mucha unión. Esto es algo que va a seguir creciendo”. También reconoce que venían con un envión muy fuerte y este año hubo una desaceleración importante, pero gracias al buen momento que atraviesan las editoriales en general, aunque hubo un notable bajón la historieta argentina no se derrumbó, como si hubiese sucedido diez años atrás.
“Por suerte eso no sucedió, pero no es que algunos no se estén esforzando por lograrlo”, afirma con preocupación Sánchez Kutika.
Los cráneos detrás de este valioso proyecto saben que para mantener vivo el lugar y darse a conocer es fundamental el boca en boca, el buen trato con el cliente y sobre todo las actividades culturales que llevan a cabo con frecuencia, como presentaciones de libros -de sus respectivas editoriales pero también de editoriales amigas-, firmas de ejemplares con la presencia de autores locales y todo tipo de eventos ligados a la historieta nacional.
Este viernes 22 de diciembre a las 19 horas será la inauguración oficial de Fábrica de historietas (Ayacucho 19, CABA), una fiesta con descuentos, brindis y buena onda en viñetas.
N° de Edición: 1814