A través de un combate de boxeo, los realizadores abordan las discusiones de pareja en el filme, que se destaca por las buenas actuaciones y la fotografía.
Por Paula Sabatés
Buenos Aires, diciembre 17 (Agencia NaN-2012).- La cosa no va muy pareja: uno da los golpes más duros, el otro los esquiva pero no puede con todos. El clima se pone cada vez más tenso entre los luchadores, los entrenadores de ambos los incitan a no abandonar, a dejar todo en el ring, a no rebajarse. El referí los mira, expectante, esperando que el asunto se termine, o se de vuelta. De repente, cuando nadie se lo espera, eso sucede: “Estás gorda”, le dice él, y ella cae al suelo, desconsolada. Es hora de buscar otra estrategia, piensan ambas partes. Ahí se pone caliente La pelea (2011, Buenos Aires), cortometraje de Guido Simonetti y Matías Sánchez de Bustamante, que eligieron a la parodia como recurso expresivo para mostrar cómo una pelea de pareja puede ser tan impune como una de lucha libre.
El corto de 9 minutos de duración –que resultó ganador del Premio del Público en el primer Festival de Cine de Ituzaingó– toma a una pareja interpretada por el propio Simonetti y Joaquina Serra y la hace entrar en un juego del que difícilmente podrá salir. Se lastiman, se apuntan con reproches y acusaciones y hasta parecen creerse verdaderamente que el otro es el enemigo. Sin embargo, cierto guiño final deja entrever algo así como que el daño puede ser profundo pero superable, y que “lo que pasa en el ring, queda en el ring”.
La parodia no atañe solamente a la pareja protagonista. Toda su idea y vuelta es alimentado por sus “entrenadores”, sátira, a su vez, de los amigos de una pareja tipo, que en el filme son interpretados por Fernando Contigiani García y Magali Meliá. La cómplice de ella la alienta para que le reproche a él su poco quehacer doméstico, reclamo que deja de ser personal para convertirse en uno de “género”, mientras que el de él lo incita a que retruque con golpes bajos en torno a la imagen, punto débil del género femenino (ah, sí, también hay algunos lugares comunes en el corto). Y el referí (Oscar Luque), por su parte, puede ser entendido como una personificación metaforizada de la autocensura o la autorregulación. Cuando se está por pasar una línea, entonces la cosa se calma, momentáneamente, para luego volver a empezar pero de forma más calma.
Además de la originalidad argumental, que es sin dudas lo más destacable del filme, y de las buenas actuaciones, que las hay, a La pelea le juegan muy a favor la fotografía, a cargo de Sebastián Martín y Patricio Rodríguez Dipace, el sonido, responsabilidad de Agustín González Nölting y Javier Shinohara, y la edición. Un gran acierto de estos nuevos realizadores.