Si bien esta orquesta femenina de música tropical se enmarca en una tradición que viene de la Colombia de antaño, reconocen que la “música bailable” hoy en Argentina está siendo revalorizada por otros sectores sociales. “Ahora está pasando en Capital, pero no creo que estemos innovando al traer la cumbia. Siempre estuvo en el Conurbano, en zona norte, en todos lados”, enfatizan.
Por María Luz Carmona
Fotografía gentileza Cumbia Club La Maribel
Buenos Aires, diciembre 12 (Agencia NAN–2012).- Son doce chicas en el escenario. Tienen entre 21 y 27 años. Todas tocan un instrumento diferente: hay guitarras, vientos, percusión, teclado y acordeón. Se propusieron versionar canciones populares de Latinoamérica. Y así reivindicar el espíritu de esos ritmos que siguen latiendo y cada vez con más fuerza. Ellas son Cumbia Club La Maribel, una orquesta con formación sólo femenina que hurga en las diversidades del género. Y que no se queda en el molde. Es que dicen que lo que está reviviendo no es sólo la cumbia, sino las músicas que obligan a mover el esqueleto. “La música latinoamericana tiene una impronta bailable por las características de cada lugar. Por nuestra propia experiencia, me parece que hay mucho espacio para la música y el baile. Y en ese terreno, los ritmos latinoamericanos encontraron un gran lugar”, subraya Cecilia Maas, vocalista y clarinetista de la banda que el año que viene dará a luz su primer disco.
Con apenas dos años en los escenarios, las chicas suenan en vivo como un verdadero combo de tradición orquestal; y forman parte de la escena de orquestas tropicales porteñas, junto a La Delio Valdez, Orquesta Popular San Bomba, Sonora Marta la Reina, entre otros. Gracias a la formación versátil de la banda pueden abordar distintos estilos del amplio abanico de la cumbia latinoamericana, combinando elementos de orquesta con los de la cumbia con acordeón y guitarras. Gran parte de los temas de su repertorio son clásicos con arreglos propios, así como también se animaron a componer. Algunas de las canciones a las que les dan ritmo son “La guarapera”, “Sonido amazónico”, “Mi canoita” y “La zenaida”. Completan el grupo Valentina Faerberg en coros, maracas y guiro; Florencia Knoblovits en guitarra y coros; Lucía Katz en clarinete; Michelle Bliman y Cecilia Dottore en saxo; Tere Castro López en trombón; Cecilia Labaké en bajo; Martina Labaké en teclado y acordeón; Nina Righi en congas; Maite Sroka en batería y accesorios y Maia Slipczuk en bongó.
-¿Creen que la cumbia está llegando a sectores sociales que antes no?
Martina Labaké:- La cumbia recién ahora está en Niceto, pero en muchas otras fiestas si se bailaba cumbia desde antes y la gente la bailaba. Tiene que ver con esta revalorización de las músicas bailables. Y también con la aparición de las bandas en vivo, ya sean de cumbia o mambo o salsa.
Cecilia Maas:- La cumbia ahora llama la atención en determinados barrios de Capital, pero tampoco es que estuvo ausente en la Ciudad de Buenos Aires. En provincia, más que una moda, es una tradición, en algunos lugares más que en otros. Es cierto que hay propuestas que pretenden hacer llegar la cumbia a personas que antes no lo tenían dentro de su oferta más inmediata, pero no es que no estaba. Tiene que ver con la lógica con la que se están organizando los eventos y la música en vivo en los boliches, también aprovechando las bandas que hay, que convocan a un tipo de encuentro con baile, con mucha gente, más inclusivos. Porque la cumbia es bastante universal. Uno reconoce la cumbia, está instalada y es accesible.
-¿Se están rompiendo prejuicios con respecto a esta música que antes era considerada “marginal”?
M. L.:- Es un prejuicio que se instala a fines de los años ´90 cuando surge la cumbia villera y por eso la cumbia se la asocia al ambiente de las villas. Y nosotras crecimos en un momento en que la cumbia villera llegaba a las fiestas, a nuestras casas; varias de nosotras crecimos escuchándola y bailándola. Yo no tengo ese prejuicio, pero si he hablado con gente que para diferenciarse a partir de la música que escucha decía que la cumbia no era música. Nosotras somos producto de un proceso de ruptura del prejuicio. Ahora está pasando en Capital, pero no creo que estemos innovando al traer la cumbia. Siempre estuvo en el Conurbano, en zona norte, en todos lados. Somos producto de este contexto.
C. M.:- De todas formas, no es que se empieza a romper ahora el prejuicio. Se está produciendo el encuentro de las distintas músicas populares. En las orquestas de ahora hay muchos músicos que tocan jazz, tango, folclore o rock. Puede ser que haya una confluencia de los distintos géneros populares que cuando se elige hacer música que sea para bailar se mezclan esas músicas. No somos algo que va completamente contra la corriente.
-Hay una inquietud musical que tiene que ver más con los grupos de cumbia con características de orquestas, con muchos músicos y mayor diversidad de instrumentos…
M. L.:- Eso tiene que ver con el tipo de cumbia que se elige tocar. Se trata de cumbias de orquestas, más viejas, con otra tradición.
C. M.:- Estas bandas, además de tener una orquesta porque el sonido lo requiere, es cierto que ser muchos es una apuesta porque hay cosas que son más complejas, desde la logística hasta las cuestiones económicas. Pero las orquestas tienen mucha historia en Buenos Aires y en la música popular en general y son una fusión muy interesante. Se trata de una construcción de un grupo grande, que a la vez tiene que estar muy consolidado, que tiene mucho laburo de composición y de arreglo y mucho ensayo.
-¿Creen que la música latinoamericana se está equiparando con las músicas foráneas?
C. M.:- La cumbia está en otro circuito. El mainstream sigue siendo de los artistas internaciones por una cuestión que está planteada así. Los que se siguen llevando la plata son Lady Gaga, Madonna, etc. Pero hay una lógica que siempre está: hay distintos nichos que pueden coexistir. La cumbia se mueve por otro lado. Tampoco hablaría de competencia. Cada género crea su propio público. Cuantas más bandas de cumbia haya es mejor. Significa que llega más a la gente y que va a haber más para elegir.
-En las canciones se ponía a las mujeres en un lugar de objeto sexual, ¿creen que eso sigue sucediendo en las nuevas cumbias?
M. L.:- Ni en pedo. Nosotras elegimos canciones que no sean agresivas porque no nos saldría cantarlas.
C. M.:- Habría que pensar qué ocurre en general en la sociedad, porque me parece que la lógica de la mujer como objeto sexual quedó medio congelada en los discos que se editaron en los ´90, con las minas en bikinis. Nosotras no nos movemos en un circuito demasiado hostil hacia las cosas nuevas. Hay innovaciones en muchos terrenos, entonces tampoco es que somos “las innovadoras”. Quizás reflejamos que hay muchas mujeres en la música y que no somos las únicas. Aún no moviéndonos en el terreno de más prejuicios a veces los hay.
-En nuestra sociedad las mujeres están ocupando cada vez más lugares de poder que antes eran sólo de hombres. ¿Eso lo ven trasladado a la música también?
M. L.:- El hecho de que muchas mujeres ocupen lugares de poder insta a que otras se animen a hacerlo también. Ahora las mujeres estamos arriba del escenario y no somos “la cantante de una banda de hombres”. Eso coloca a quienes están ahí arriba en otro lugar. Están cambiando las cosas para las mujeres. No estamos igual que hace unos años. Y en la música también se da. Somos producto de una lucha que cambió el lugar que ocupan las mujeres, así como muchas mujeres son producto de ese avance femenino, sino la presidenta no podría estar ahí, por ejemplo. Cuando bajamos del escenario nos dicen cosas horribles y hermosas, o sea que algo genera ver a un grupo de chicas. Está desde el chabón al que le provoca poca hombría que estés ahí y necesita gritarte de todo, hasta la gente que dice que está buenísima la banda. Hay un poco de todo.
C. M.:- Nosotras no nos encontramos con obstáculos por ser mujeres. No nos pasó de ser avasalladas por eso. No nos movemos en espacios hostiles. En el ámbito de la música hay muchas mujeres laburando. Y eso de algo tiene que dar cuenta.
-¿Por qué quisieron que sea sólo una banda de chicas? ¿Fue casualidad o una decisión desde el comienzo?
M. L.:- Casualidad no, porque éramos un grupo de amigas. Y después cuando vimos que éramos bastantes chicas nos pareció que estaba bueno como propuesta que sea sólo de mujeres. Y buscar a chicas que tocaran todos los instrumentos…
C. M.:- Fue un poco para probar. Se dio que éramos ocho chicas del grupo de amigas y dijimos “vamos a ver qué se genera y qué identidad construye la banda si lo mantenemos como grupo de mujeres”. No había un preconcepto de “la banda de mujeres”.
M. L.:- Lo que me gusta de que sea sólo de mujeres es que a veces si hay hombres en la banda recae sobre ellos el protagonismo y la composición o el armado. En cambio, si somos todas chicas te hacés otras preguntas. Generamos otras preguntas por ser sólo chicas.