Por Luis Paz
Buenos Aires, septiembre 8 (Agencia NAN-2009).-
Forma, contenido y concepto son, o al menos deberían serlo, elementos inseparables a la hora de presentar, distribuir, reconocer o reseñar una obra, cual fuere. Desde autos a libros, el sentido de la «marca» o de la «cosa» se reconstruye de la interrelación de estas tres instancias. Bienvenidos al mundo de los conflictuaditos es un ejemplo preciso: un disco doble homenaje a Massacre (la ex eterna banda under que hace dos días llegó al Luna Park cargando 20 años de skate punk y rock psicodélico), realizado por casi 40 bandas del under, el subunder y el infraunder con una alta fidelidad hacia el espíritu del Hacelo Vos Mismo, la socialización subterránea de la información y las libertades musicales, pero también, como digno homenaje, con fidelidad a la banda y las canciones que lo inspiran.La idea le surgió a Víctor Najmías luego de la llegada de Massacre a Obras, en mayo de 2008. O tal vez en el propio estadio, en el medio de un mosh que alborotó sus pensamientos durante «Nuevo día» o en pleno flash gracias a «Invasoras amazonas» por entonces casi estreno de El Mamut, el discazo acuñado por la banda de Walas, el Tordo, Fico, Bochi y Charly. Lo que importa es que Najmías dijo: «OK, hay que devolverles de alguna manera todo lo que vienen entregando hace tantos años». ¿Qué entregaron? Discos, canciones y shows memorables. ¿Qué devolverles? 37 covers de sus temas hechos por 36 bandas, separados en dos discos y descargable totalmente gratis. Sí, de movida nomás, el proyecto tuvo un concepto, una forma y un contenido clarísimos. O que al menos parecen claros… si usted cree que no están tan claros, hay que seguir alumbrando.
Haciendo el intento de enumerar aquellas prácticas que definen conceptualmente a la (¿sub? ¿para? ¿contra?) cultura que representan los Massacre, de inmediato se llega a algunas obvias, como el pogo, el mosh y el slam; los fanzines, el skate y el cine gore; las camisas a cuadros, las americanas y las gorras de camionero; el socialismo libertario inorgánico, los préstamos de informaciones (revis, discos, rulemanes, valen igual) y el espíritu colaborativo. Yendo más lejos, se entienden los discursos: hacelo vos mismo, porque a nadie le interesa hacerlo por vos (esto último, heredero del No Future); hacete de abajo, porque el cuarto tubo se agarra desde abajo y desde el centro; no agresión y respeto; hagamos el amor y no la guerra.
El disco, también producido por Najmías (ahí va el «hacelo vos mismo»), es de circulación, distribución y reproducción libres y gratuitas (socialícenla), se descarga de un blog oficial en Internet y se comparte entre amigos (de ahí el préstamo de informaciones). Incluso, el archivo .rar adjunta la gráfica propuesta para ambos discos (en ellas está el gore), llegado el caso de que alguien quiera llevarlo al formato CD («no agresión y respeto» al soporte físico del CD en horas de la hiper-conexión personal vía .mp3), para acomodarlo entre 12 nuevas patologías y Buenos Aires Sub Atomic Skate Sounds 87/91, si la persona en cuestión ordena sus álbumes de forma alfabética; o último, luego de Diferentes maneras y El Mamut, los discos que abonaron la llegada de Massacre a Obras y al Luna, si es que lo hace en orden cronológico. Si hasta se podrían acomodar los tracks de distinto modo al de esos dos CDs propuestos, acomodarlos por fecha de publicación o por equis patrón, diseñar la portada propia y llevar todo el experimento un paso más allá, como el que los mismos Massacre intentan dar cada día, saludablemente.
Se puede hacer todo eso, pero siempre citando las fuentes: Najmías como autor intelectual y Vetamadre, Kuaker Doll, Petit Mort, Panza, Ojas, Fantasmagoria y otras 30 bandas como autores materiales. Las interpretaciones van desde el cover milimétrico pero aggiornado al sonido de la banda que homenajea («Te leo al revés» de Vetamadre, «From your lips» de Resumen Porteño) a la ralentización («La octava maravilla» de Expreso Amarte, «Plan B: Anhelo de satisfacción» de Esteban Serniotti), la exploración psicoacústica («Invazoras amazonas» de Agosto, «Canción de las muñecas» de Arma Budhi Manas) y la mejora en la calidad sonora en comparativa con tempranas canciones de sonido lo fi («Sembrar, sembrar» de Icaro, «No puedo dejar» de Telexx).
Es cierto que algunos temas suenan «blanditos» para el oído acostumbrado, como en todo disco tributo. Así que eso no le quita el mérito a la labor colaborativa. Y no opaca el real destino que este homenaje parece tener: o como vía de acceso a la música de Massacre o como contenido atesorable cual sticker original de Shorty’s traído por un primo desde Santa Mónica para los más fanáticos de esta banda de superhéroes under, esa «nueva amenaza» para el rock conserva y el gran «anhelo de satisfacción» de los que salen del closet con calza fucsia, un skate bajo el brazo y un tatuaje en el cuello.
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