
Por Adrián Pérez
Buenos Aires, agosto 24 (Agencia NAN 2009).- Como si fuera una Divina Comedia musical subdividida en Infierno, Purgatorio y, finalmente, el tan ansiado Cielo, el primer disco de estudio de Sig Ragga, después de 12 años de trayectoria, invita a sumergirse en mundos oníricos donde los cambios de clima entre tema y tema sugieren temáticas como la soledad, la razón, el amor y la búsqueda; y preanuncian, desde el primer corte, que no es una propuesta gestada desde un solo género sino que viene con una vuelta de rosca más. ¿Dónde reside esa originalidad? En principio, en una melange que incluye dosis de dancehall, toques de funk y pop, pizcas de jazz, condimentos de música latinoamericana y, claro, reggae como espina dorsal de un material con buenos arreglos musicales.
Y se nota la mano del perico Diego “Chapa” Blanco –que además colaboró en el primer demo de la banda, grabado en 2005 en el Estudio Robledo–. El tecladista arrancó con el pie derecho como productor para Warner Chappel porque demuestra, como pasa en casi todo buen equipo, la labor de un «conductor» que aporta su experiencia sin dejar de prestar atención a las características de cada uno de sus «conducidos». Marcelo Blanco en percusión y Miguel Angle Tallarita en trompeta y flugelghorn, otro par de Pericos, aportan su parte en el disco al grupo tripulado por Gustavo Cortés en voz, piano, sintetizadores y coros; Nicolás González en guitarra, bajo y coros; Ricardo Cortés en batería y bajo sintetizado; Juan José Casalz en bajo y Adrián Silva en coros.
El itinerario de este barco contiene una docena de canciones que arranca bien arriba, en plan dancehall, con la voz de Pato Baton que presenta a la banda en “Cuchillos”. Y sigue con “Severino Di Giovanni” y una intro de vientos funky. El mar embravecido se vuelve parsimonia en “Continuidad de lo indecible”, donde se nota por primera vez la marca e influencia de Spinetta en la composición y la voz de Cortés: «Todas tus pequeñas cosas que hablan tanto los poetas; me quedo tan sólo contigo hasta el final; fuimos corriendo esa línea indivisible que nos susurra lo que vendrá; perforamos el mundo aferrados a tu dulce ingenuidad, y todo lo demás”.
“Orquesta en descomposición” es tal vez la canción más compleja del disco, donde Cortés extiende la línea de voz y composición de “Continuidad” pero con cortes de batería, voces con eco y una melodía que podría entrar como anillo al dedo en la banda de sonido de cualquier película de Tim Burton. La belleza se hace canción en “Resistencia Indígena” y se convierte en reggae roots de chispazos, de revelación y denuncia: “Hace 500 años, él plantó una planta en la orilla libre, la masacre no vio; tuvieron que imitarlos o morir, Occidente es el universo; cañones y hambre es su historia, cañones y sangre es su historia”. Lo efímero de lo material se hace presente en “Feliz”: “El sol alumbra menos, se compra con un ticket marrón, no sé quién puede hablar con tanta hipocresía aquí (…) Pienso que nos enferma la soledad, alguna vez yo seré feliz sin olvidarme de los demás”.
Este debut se completa con “Abrir y cerrar de noches”; “El niño del jinete rojo” (la canción más “spinetteana” del disco); “Puntilla if Kaffa” (un reggae con un solo de saxo exquisito); “Quise ser”; “Matata” (con guiños a Emir Kusturica) y “Lo que has hecho siempre: quererme” (una delicada bossa nova). En definitiva, Sig Ragga despliega un arsenal de recursos y fusiones seguramente cosechado durante sus 12 años.
Sitio:
http://www.sigragga.comMySpace: http://www.myspace.com/sigragga2007