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Historias de aquí y allá.-

Julieta Rimoldi y Lucas Giotta emprendieron un viaje por tierra latinoamericana buscando un encuentro lúdico con los niños. A partir de ese intercambio, con su colectivo artístico, “La caravana cantante”, ya tienen dos discos grabados, un registro audiovisual y un diario online que relata el camino realizado. NaNinvita a sumergirse, aunque sea a través de las letras, en este recorrido.
“Hacia un norte me dirijo,
el recorrido un acertijo,
sabés que no hay rumbo fijo
 y sabes que posiblemente nunca lo habrá”.
Lucas Giotta.
Por Facundo Arroyo
Fotografía gentileza de La caravana…
Buenos Aires, diciembre 14 (Agencia NAN-2012).- Acaban de dejar Cusco, Perú. Antes pasaron por Bolivia y sus ciudades; antes por el norte de nuestro país y sus ciudades. Los músicos Julieta Rimoldi y Lucas Giotta armaron un colectivo artístico que se llama “La caravana cantante”. En él pensaron una propuesta de intercambio musical durante un viaje sin norte ni destinos fijos; una dialéctica lúdica y musical con niños, sobretodo de escuelas y establecimientos educativos de América Latina. El trato se basa en proponer un pequeño taller gratuito en cada escuela a cambio de que ellos, los pequeños, puedan cantar, recitar o expresarse con lo que quieran y cómo quieran. En cada una de estas instancias “La caravana…” registra el material (sonido e imagen) y cruza la música a medida que el proyecto avanza.
Mediante un estudio portátil, el proyecto ya tiene dos discos terminados y disponibles para su descarga gratuita: La caravana cantante –de composiciones propias– y Caravana de animales –recopilación de canciones infantiles más una inédita– se bajan de www.caravanacantante.blogspot.com.ar, espacio donde también hay tiempo y lugar para un registro gráfico del diario del viaje. Allí, Lucas, cuenta anécdotas, describe a los nuevos amigos, transmite las distintas postales y se alegra por sus huellas marcadas.    
Hace un tiempo Lucas estaba tomando sol en un banco de Uyuni, Bolivia. También estaba su compañera, Julieta. De repente como un trío de tornados aparecieron tres niños que en menos de un minuto se le treparon a Lucas por sus piernas, jugaron 15 minutos a toda risa y luego, así como llegaron, sin avisar, también se fueron.
En contacto con NAN, La caravana… explica la energía de los chicos que hasta el momento han conocido y demuestran sus alegrías: “Estuvimos en todo tipo de escuelas, en diferentes lugares. Escuelas grandes, privadas, de educación alternativa, escuelitas rurales, religiosas, hogares, centros de educación. Los niños siempre son lindos, su energía es hermosa. Dependiendo del lugar y el entorno, si recibieron más estímulos, si tienen más acceso a tecnología o si su educación es más rígida o viven en un entorno completamente natural, obviamente hay diferencias. Pero en general no son los niños en particular los diferentes, sino que ellos absorben la energía del entorno y son emergentes de ello”.

Luego aprecian el sentido pedagógico: “Algo que sí nos llamó la atención es que siempre nos fue más fácil trabajar con menor cantidad de niños que con grupos grandes, ya que al ser muchos, el ruido es mayor y las energías se potencian. Por eso nos parece importante en la educación, por más difícil que sea, tomar en cuenta la cantidad de alumnos por maestro. Nos parece que si un maestro trabaja con 30 niños, su función deriva en poner límites más que en desarrollar un tema. Sin embargo estuvimos en un centro de recreación para niños de bajos recursos, en Sucre (Bolivia), eran 60, hicimos un pequeño taller sin sonido amplificado, todos en ronda y funcionó de maravilla. Pero claro, fueron 20 minutos en un auditorio”.
A La caravana… se le notan dos influencias claras: María Elena Walsh y Luis Pescetti. Sobre ellos se refieren: “Escuchamos mucho a María Elena, es una gran referente. Más que nada porque nos parece que ella demostró que la música para niños no tiene por qué ser ‘aniñada’. Se puede hacer algo muy profesional y de buena calidad musical -y que es mejor hacer algo que a uno realmente le guste, musicalmente hablando- que pensar en los sonidos que a un niño le gustaría escuchar. Los niños disfrutan de todo tipo de música, y además se dan cuenta si el que la hace también le gusta. Luis Pescetti es otro gran referente. Tomamos muchos de sus juegos, de sus canciones y de su actitud para trabajar con los niños. Es un educador muy espontáneo que se divierte realmente haciendo lo que hace y recopila juegos y canciones de antaño que todo padre y maestro solía escuchar. Cuando todos volvemos a nuestra niñez el encuentro es más rico”.

Agua de mi caminar
La música que canta a mi tierra es el folklore dijo Julieta Rimoldi hace un tiempo no sin antes aclarar que está influenciada por otros ámbitos musicales sin prejuicio de género. “Está todo tan mezclado que mejor basarnos en nuestro territorio”, expresa antes de hablar de trovadores y música popular. “Creemos que además de la música folklórica de cada región, pueblo o país, la música popular también la cantan los compositores de las nuevas generaciones, que expresan un presente con el cual todos nos identificamos. Algunos con un estilo, otros con otro”, se planta luego de explicar largo y pausado lo que entiende La caravana… por música popular.  
“Lo difícil es encontrar aquella música que exprese la alegría de vivir por más complicada que parezca, porque ésa es la música que puede despertar una conciencia de amor en las personas y a la larga transformar el mundo”, cierra Julieta.
Julieta Rimoldi nació y creció donde la noche se prolonga, en Ushuaia, Tierra del fuego. A los 15 se vino a vivir con su familia a Buenos Aires y pasado un rato formó “Pan de uva”, una banda que tenía como inspiración a la Velvet Underground.Luego formó NEO (Experimental Noise Operation) y en 2001 se marchó a Europa. Pasados unos meses volvió y armó un proyecto llamado “Música para niños” y luego otra banda con cierta firmeza: “Las buenas semillas”, que terminaron grabando Tierra, un primer gran registro. Este año, finalmente, Julieta grabó Voy, un disco que la perfila como referente de la canción actual, una canción con territorio y llena de silencios.
Lucas Giotta es Licenciado en Psicología o estuvo cerca, que es lo mismo. En 2009 grabó en los estudios Ion y luego registró Más de una ventana por abrir. Antes de comenzar este viaje integró otro colectivo multiartístico llamado “La tribu del mono”. Sumando un viaje por Europa, Lucas está definido, irremediablemente, como un trovador que busca la canción en distintos territorios. Un hombre de sombrero y descalzo que entona sus letras con una guitarra criolla.
“La caravana cantante” experimenta en el camino y no tiene ganas de pensar en el futuro. Viajando uno debe estar pendiente del presente y no hay flechas que determinen el viaje. “Viajar haciendo música es una combinación perfecta. Te sentís continuamente inspirado por todo lo que te rodea. Absorbés la cultura a la cual llegás. Te encontrás con gente y compartís algo nuevo. Los paisajes cambian, se renuevan, los ritmos musicales cambian también y vas recopilando todo tipo de información que deviene en canciones de viaje. No sentimos mucha nostalgia de nuestra tierra, porque fue una elección conciente. Tenemos la libertad de seguir o volver con nuestro proyecto musical, algo diferente a una época de exilio. La energía que recibimos de los niños nos alimenta, nos da fuerza, alegría y nuestro viaje cobra un sentido. A esta altura nos parece imposible imaginar el viaje sin ellos. De hecho si pasan unos días sin ir a una escuela, sentimos que algo nos falta”.
“A un viajero que nace nada lo deshace”

Además de haber adoptado a Caracola Rocinante (la camioneta que a todo viajante lo hace feliz) en los últimos tramos del viaje, los chicos no tienen fecha de regreso. Y con estas noticias parece que al camino le queda un buen rato. Lucas canta: “Las vueltas de mi caminar, sin rumbo como un huracán, me marcan la piel y me hacen pensar de que todo puede cambiar” y desde una foto se ve cómo se mete el sol en su cara. Julieta está cada vez más parecida a esas mariposas que suben al diario de la Caravana. Hacefotos con ellas en cada río o arroyo cuando paran a descansar.
De los amigos que van conociendo, y que también están contados en su diario, ellos eligen hablar de algunos al azar: “Pancho, de Sucre: Quimbero. La quimba es el encuentro de la pareja en la cueca, danza folklórica del Norte argentino y Sur boliviano. Si bien Pancho es reservado como los bolivianos en general, es un gran anfitrión. Además de manejar su bar, ser luthier y músico, también es padre de una hermosa y cachetona niña de un año, titiritero y actor. Todo un artista».
Halex, de Coroico: «Oriundo de Brasil, artesano, panadero y conciliador. Siempre divertido y de buen humor, arregla lo que sea con una sonrisa. Con acento portuñol / argentino habla y canta una zamba de Atahualpa Yupanqui. Vegetariano y mono en el Horóscopo Chino. El amor por sobretodo».
Lore y Manu, de Cusco: «Pareja de limeños que hace más de un año se movieron al Cusco en búsqueda de algo, y encontraron que pueden seguir buscando. Él toca su antigua guitarra de cuerdas de nylon y canta con su estridente y rasposa voz. Lore acompaña cada ritmo con su constante e incasable tambor”.
Cusco fue en el último lugar donde postearon sobre su viaje y NAN llegó con sus conversaciones on-line. En un hogar de niños en Lamay, a 50 kilómetros de esta ciudad peruana, Julieta relató una conversación con Sole, la niña más pequeña (6 años) del hogar:
–¿Cómo te llamas?-, dijo Sole.
–Julieta-, le respondió.
–Ah, ustedes son RomeRo y Julieta-, aclaró señalando a Lucas que estaba preparando la guitarra para un nuevo intercambio lúdico.
Ella misma, durante la sesión de chistes de la sobremesa les preguntó si sabían cuál era el colmo de un payaso, ellos le respondieron que no. En ese momento, Sole se enderezó y con una dulce voz les aclaró: “El colmo de un payaso es tirarse pedos de colores”.