Por Esteban Vera.
Buenos Aires, marzo 15 (Agencia NAN-2008).-A sus 16, Matías Kovac está “jodido”. Kovac –como le dice su única amiga, Marcela– no se siente un adolescente normal. Tiene un secreto que se guarda a voces en su familia. Vive en el conurbano bonaerense con su madre, que apenas atina a tomar las pastillas que le aseguren el sueño, y su hermana, una rollinga que fue linda pero aparece desfigurada por un balazo lanzado en un suicidio fallido. Su cuñado dealer fue asesinado y su hermano lo abandonó para marcharse hacia algún lugar de Barcelona. Mientras que el padre ausente escapó de su perversión.
En ese mundo cotidiano y suburbano, marcado por la violencia, la confusión y la ausencia de porvenir, Kovac sólo tiene en claro una idea: Cómo desaparecer completamente. Quiere irse de su casa, odia su casa, y es ese deseo el que lo motiva a marcharse. Aunque las tragedias que se ciernen sobre su familia lo confinan a pasar horas frente a la televisión buscando sentirse mejor al ver a personas más jodidas que él. Relatada en forma espiral, con pequeñas anécdotas satélites y un ida y vuelta constante, la historia transcurre entre esas situaciones.
Aunque por momentos grotescos, los personajes son verosímiles: hablan, piensan y actúan como lo hacen los protagonistas “reales” de estas problemáticas. En ese sentido, la redacción en habla cotidiana agrega verosimilitud a la historia. En resumen, esta desmesura realista asedia a Kovac en 215 páginas hilarantes, perversas y ágiles de leer.
No sólo Kovac intentará formas de escapar y desaparecer completamente de esa realidad de conurbano. Su madre lo hará rezando y leyendo la Biblia; su padre, alinéandose a una iglesia y abandonando su familia; su hermano, Rafael, viajando a Barcelona; y su cuñado, a través de la venta de drogas en la villa donde viven. Y entre esas vías de escape, aparecerá en poder de Kovac el cuaderno de Rafael, esas notas variadas, inconexas, bilingües, que siempre lleva con él.