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Libros: “Desde la Revolución” (Esteban Magnani, 2012).-

Magnani invita a revisar de forma innovadora el pasado reciente de la Argentina, puntualmente el clima caótico y, al mismo tiempo, de intensa organización de la crisis de 2001. Lo hace a través de personajes que arman la historia abriendo sus diarios íntimos, y así evita caer en la peligrosa simplificación.
Por Nicolás Alonso

Buenos Aires, diciembre 3 (Agencia NaN-2012).- Curioso lo que sucede con el estallido del 2001. Siendo un suceso tan desgarradoramente contemporáneo no termina de ser aquello que debiera: un motor para la reflexión, para la crítica y, por qué no, para la inspiración que requiere toda buena literatura. Por el contrario, lo que reina en torno a la crisis es la peligrosa simplificación propia del sentido común, que acaba por adormecer todo atisbo de creatividad en unas pocas y tibias consignas. Desde la revolución (Ediciones Gárgola, 2012), novela ganadora del certamen “Laura Palmer No Ha Muerto”, es una brillante oxigenación que, desde una literatura cínica, pero sutil y cuidada, se sumerge en la ebullición de aquella etapa de la Argentina.
Pese a su referencia al 2001 (o más bien gracias a ella), Magnani logra componer una estética repleta de relieves y matices. Ansiolíticos, mendigos, un ex-lobbysta noventoso como protagonista (Otto), asambleas barriales, un tibio romance, todo está tramado como las hebras de una tela para ofrecer esa particular estética que tiñe el relato. Algo de psicodélico se percibe en el ambiente, sobre todo en la mirada de Otto.
Es precisamente el contraste entre ese prisma lisérgico, por un lado, y el típico realismo con que suelen ser abordados los estallidos sociales lo que, probablemente, genere esa estética que sacude la modorra con que se mira, se piensa y se habla del 2001 (“…me encaminé a la entrada del banco, donde evité a los golpes que los mendigos me tiraran al piso en busca de alguna moneda. A uno de los mendigos más cercanos le di una patada en la cara en cuanto se acercó, con la boca abierta y la lengua colgando. El Ratón Pérez corrió rápidamente a recoger los dientes que cayeron, rojos, al piso”). El humor, como se lee, es, también, una herramienta fundamental en Desde la revolución. El dejo de cinismo que atraviesa el libro encuentra en el humor un aliado central a la hora de provocar.
El formato de diario no es algo menor. El texto está compuesto por entradas que corresponden a los diarios íntimos de cada protagonista. La voz del relato son los voces de los protagonistas. Las diferentes percepciones de cada personaje respecto de los hechos muestra una gran sensibilidad sociológica de parte del autor. Asimismo le dan una densidad y una espesura importante a la historia en general.
En cuanto al argumento algo fue dicho. Otto es un yuppie. Ex-lobbista durante los noventas se encuentra luego de 2001 sin trabajo. Así se leen las primeras pinceladas de su diario, dejando de ser aquello que fue e intentando transformarse en otra cosa. En la búsqueda Otto da con una asamblea barrial. Casi como sin quererlo se va inmiscuyendo en ese loco mundillo donde, más tarde, conocerá a Mara, con quién tendrá un breve amorío; a Martín, pretendiente de Mara; y a Juan. Se lee en el diario de Mara: “Hay un tipo en particular que me llama la atención. Me dijo que se llama Otto. Por momentos dudo si es un idiota total o un genio sin intención”. A lo largo de la novela sus protagonistas atravesarán el ciclo completo: del génesis al ocaso del movimiento asambleario.
Sea como fuera, Desde la revolución no deja de ser una gran pieza literaria. Excede por mucho el contexto del 2001. Es una novela que desde la solvencia de sus personajes, siempre sustentados en la particular estética que propone Magnani, logra dotar al contexto de una densidad que ilumina esa etapa de una manera innovadora, incorporándola, así, a la lógica interna del relato.