
Por Nahuel Gomez
Julián Desbats tiene la tez pálida y el pelo castaño claro; de ahí que, de chico, sus amigos lo hayan bautizado “El Ruso”. Luludot Viento comparte algunos de esos atributos, por eso ella también es, para muchos, “La Rusa”. Julián y Luludot se conocen desde pibes. Es que Zárate, la ciudad en donde nacieron, conserva hasta hoy una cualidad propia de esos centros urbanos no tan populosos: todos sus habitantes se conocen entre sí. “Los Rusos” vivían en la misma ciudad, se tenían de vista, uno había oído hablar del otro, pero su primer encuentro se dio recién en la adolescencia. Se vieron cara a cara unas pocas veces y no se bancaron. Ella hablaba poco. Él, influenciado por los primeros fasitos, estaba hecho una máquina de decir. Luludot se sentía abrumada. Julián lo notó:
—¿Estoy hablando muchas boludeces?
—Sí.
Distancia.
La locuacidad de Julián, a quien además de hablar mucho le gusta escribir (desde hace algunos años prepara una novela negra que ya lleva más de 600 páginas), hizo que separaran, pero no por mucho tiempo. Para cuando vinieron a estudiar a Buenos Aires, sus diferencias ya no importaban tanto. Así que se pusieron de novios. Luludot tocaba el teclado y, ya en Capital, le dieron ganas de armar una banda. Se juntaba a tocar con Santiago Dirrheimer (bajista, zarateño, de tez blanca y pelo tres tonos menos que blondo: otro ruso). Invitaron a Julián para que sea el guitarrista. Sus conflictos con bandas anteriores hicieron que dude, pero terminó aceptando. Los tres se reunían a ensayar en la sala del fondo del espacio de arte porteño Ladran Sancho.
Era lunes a la noche y Ladran Sancho estaba cerrado. Florencia Mazzone, una de las dueñas, sintió ruidos en el fondo. Se acercó a escuchar, entró a la sala y preguntó: “¿Qué mierda hacen ustedes acá?”. En poco tiempo pegaron onda y Florencia se sumó a los ensayos. La primera formación de Los Rusos Hijos de Puta tenía a Luludot en voz, guitarra y teclados; Julián Desbats en voz y guitarra; Santiago Dirrheimer en bajo; y Florencia Mazzone en batería. A fines de 2012 grabaron un Hola, el primer EP de la banda. “Lo grabamos de calientes, ni lo pensamos. Teníamos seis temas y queríamos hacerlo. A ‘Carmelo’, uno de ellos, lo habíamos tocado cuatro veces”, reconoce Mazzone. Apenas terminaron de grabar, Santiago Dirrheimer se fue de la banda. Florencia llamó a Santiago Mazzanti (bajista de La Cosa Mostra, quien por entonces se encontraba en Mendoza pero con ganas de asentarse en Buenos Aires) para ocupar el lugar vacante. “Te salvo un par de shows nada más, no me interesa tener otra banda”, respondió. Hoy lleva decenas de recitales, una gira por México y un LP en camino.
LIBRES CON TAN POCO
Un minuto y veintiocho segundos. Durante ese lapso mínimo, el video de la canción “Tu mami” muestra a Luludot saltando y revolcándose con las tetas al aire en la arena de un lugar desértico. Un disparo certero y una explosión a la vez. Los Rusos Hijos de Puta conforman una banda incendiaria, uno de los grupos que mejor interpreta la rabia de los inicios del punk. “Somos un poco así: Julián se levanta saltando y yo a veces hablo a los gritos. Incluso durante el tiempo en que estudié teatro, en un ambiente que suele ser más abierto, mis compañeros me trataban de loca. Mientras me sienta apoyada por el grupo, mientras lo que hagamos sea con sinceridad, yo me voy a sentir cómoda y nadie nos podrá decir nada”, advierte Luludot. En los poco más de treinta minutos que duran sus shows, Los Rusos se gritan las canciones en la cara, se abrazan, se besan y se revuelcan en el piso. Hay algo distinto en ellos a otras formaciones; un esfuerzo por liberarse que contagia al público y que se contrapone con sus trajes de lunes a viernes. “Nosotros usamos vestuario para tocar, nos ponemos la máscara a veces, pero nunca la careta.” Así entiende Luludot su metamorfosis. Sucede que sus presentaciones son rituales cercanos al carnaval, en los que aparecen los disfraces, invierten ciertos roles y todo vale.
—Arriba del escenario se muestran extrovertidos. ¿Por qué creen que otras bandas no hacen lo mismo?
Santiago Mazzanti: —Para mí es por un prejuicio. Tengo amigos músicos que son extrovertidos pero suben al escenario y nada que ver. Es un miedo a lo que piense el resto. El bajista debe hacer tal cosa y tal cosa, y estar serio, por ejemplo.
Julián Desbats: —Yo no estoy todo el tiempo bailando. Pero cuando subo al escenario, sí, y me la banco. Arriba del escenario siempre voy a mover el culo un poco más de lo que lo muevo en casa. Igual tenés a Freddie Mercury que movía el culo todo el tiempo y a Santiago Motorizado que es hermoso estando quieto y sin hablar. Hay espacio para todos, mientras que lo que se haga sea sincero.
Los Rusos Hijos de Puta repiten, casi sin variaciones, la misma vestimenta en cada uno de sus shows. Cualquiera que los haya visto en vivo sabe que Luludot viste calzas rojas y una remera naranja con calaveras; que Julián, además de mover el culo en calzoncillos, usa una musculosa de la selección de fútbol yanqui; que Florencia suele llevar escotes y que Santiago opta por quedarse en cuero aún con bajas temperaturas. Todo en pos de ofrecer una experiencia que se complemente con lo que se propone desde el sonido. “Hay bandas que las ves y decís ‘che, son feos’; y no tiene que ver con un estereotipo de belleza. Creemos que está bueno explotar una potencialidad desde lo visual”, explica Florencia. Julián vuelve a tomar como ejemplo a Freddie Mercury y confiesa: “Si yo lo veo vestido con camisa y corbata, todo bien; pero cuando lo veo, no sé, con un trajecito amarillo apretado, me dan ganas de que me haga el amor”.
—Las letras de Los Rusos giran en su mayoría en torno a un ideal de libertad. ¿Cómo entienden ese concepto?
Luludot Viento: —La libertad se basa en lo que uno cree que es capaz de hacer. Veo mucha gente extraviada, que se sorprende cuando digo que me esfuerzo todos los días por vivir de la banda o viajar con la banda, y no pueden creer que ése sea mi objetivo. Gente que dice ‘me gustaría tener un objetivo así en la vida’ y no lo tiene. No tienen una pasión. Para mí es más fácil rodearme de personas que sí tienen una pasión, porque esa gente es libre, vive para sí misma.
J. D.: —Vivir tu vida, no la de otros. Si hay oficinistas a los que les gusta su vida, me parece bien. Si vas a hacer algo y eso te apasiona, hacelo lo mejor que puedas. El tema es no ser un envase vacío al que siempre llenan y le meten pomada en el orto.
—En el plano musical, ¿existe libertad individual en lo que componen?
Florencia Mazzone: —Es una formación anárquica. No somos puristas musicales. Nuestras canciones y el proceso de composición tienen que ver con lo que cada uno pone, y lo que cada uno pone no necesariamente tiene que ver con lo que pone el otro.
J. D.: —Todo está pegado con un cemento que es el juego, lo lúdico. Eso es lo principal, pero trabajamos para la canción, siempre.

—¿Y en esa libertad hay algo punk? ¿Ustedes son punks?
L. V.: —No sé si somos punks. El punk propiamente dicho surgió en un momento en el que tenía sentido, era una emergencia. Cualquier persona que se aleje de lo establecido, de lo aburrido, de la imitación, es punk. Atahualpa Yupanqui es punk. Si lo hacés con verdad, es punk.
J. D.: —Mi abuelo a punto de morir se negó a recibir una hostia. Sus hijas se la querían meter en la boca y él la escupía: eso es punk. También hay algo de destrucción, que está bueno, aunque creo que siempre se debe destruir para construir. A veces viene un tipo como Lennon que te tira una buena data, pero el sistema lo encasilla, lo absorbe y lo convierte en un muñeco. Y lo esencial se va, lo que queda es el muñeco. Eso no sirve.
—La repetición puede llevarlos a lugares comunes. ¿Eso los detiene o preocupa?
L. V.: —A las personas naturalmente nos atrae la repetición. Igual no hay que tenerle miedo a los lugares comunes. Las novelas, las canciones siempre hablan sobre lo mismo. Las canciones de rebeldía hablan de lo mismo hoy como hace cuarenta años; las de amor también. Lo importante es ser sincero y sentirse cómodo con lo que uno hace.
S. M.: —No tiene sentido enroscarse. El límite está en que si te hace acordar demasiado a algo no va, si te aburre tocarlo tampoco. Somos conscientes de que no hay que cargar tanto las cosas. A veces menos es mejor.
—Se nota que en vivo hay mucho más que en el EP. ¿Qué pueden anticipar de sus shows al que nunca los vio?
L. V.: —Que no hay bandas como nosotros en la Argentina. Les podemos gustar o no, pero me parece que somos algo digno de ser visto.
J. D.: —Que no lo duden, que vengan a enfiestarse con nosotros.
“Tu banda es una mierda”, le respondió uno de sus mejores amigos a Julián Desbats. Por el contrario, Gordon Raphael, productor de los dos primeros discos de The Strokes, que actualmente vive en la Argentina, se dio una vuelta por Ladran Sancho para verlos y quedó maravillado. “Hizo discos que nos encantan, por eso tener su opinión nos parecía bueno. Me enteré que venía mucho a Buenos Aires, que siempre hablaba bien del rock independiente de acá, por eso le escribí para que nos escuche. Enseguida nos contestó y cayó a vernos. Por ahora no tenemos ningún proyecto. Ojalá se pueda hacer algo un día, pero no somos su próximo proyecto, ni ahí. Lo bueno es que conocimos a una persona que sabe mucho, muy humilde, y además nos hicimos amigos”, destaca Luludot. Quizás en las opiniones contrapuestas se encuentre la semilla de los rumores que despierta un grupo que sólo lleva grabado un EP de seis canciones: todo aquel que los haya visto en escena no se quedó indiferente; fue absorbido o repelido por el big bang de energía desprolija que genera la banda. “Eso nos gusta. Con nosotros no hay posiciones tibias. En mi caso particular, mis amigos me han dicho ‘es la mejor banda en la que tocaste’ o ‘es la peor banda en la que tocaste’, nunca algo intermedio”, asiente Mazzanti.
—Seguro también se hayan topado con quienes, por prejuicios o desconocimiento, no se acercan a bandas independientes. ¿Qué le dirían al que no sale de escuchar bandas con historia, que no se va de Spinetta, Charly o Divididos, por ejemplo?
S. M.: —Que relaje el orto.
L. V.: —Que abra los oídos. No es complicado decir que te gusta Divididos porque tocan desde hace veinte años. Es algo cómodo que te guste.
S. M.: —Y eso, que relajen el orto.
F. M.: —Cualquier boludo que diga que lo de ahora es una mierda lo dice porque no escucha. El problema es hablar al pedo: si uno dice “yo soy fan de Divididos y quiero estar toda la puta vida escuchando Divididos y no me importa nada más”, genial. Pero cerrá el orto, porque no sabés.
J. D.: —Esa gente paga 350 euros para ver a Roger Waters o doscientos pesos para ver a una banda tributo. Vos le querés cobrar veinte pesos para ver a dos bandas y se quejan. Ni una cosa ni otra están mal, pero hay que ser sincero con uno mismo.
¿LOS RUSOS CONQUISTARÁN EL MUNDO?
A sólo un año de haber editado Hola, ya salieron de gira. En mayo pasado recorrieron México, dando shows por el DF, Monterrey, San Luis y en el casco urbano de la histórica ciudad de Teotihuacán. Hace algún tiempo se hicieron amigos vía Facebook de la banda mexicana Los Negretes, quienes el año pasado estuvieron de gira en nuestro país y se hospedaron en la casa de Luludot. Como contraprestación, Jinmy Vitte, bajista de la banda mexicana —además de road manager de Prietto Viaja al Cosmos con Mariano y Él Mató durante las giras que esas bandas hicieron en tierras aztecas—, contactó a Los Rusos con uno de los organizadores del Festival Marvin, un evento de los más importantes de la música independiente en aquel país. A partir de la gestión de Jinmy fueron invitados a ese festival, donde compartirían line up con monstruos del tamaño de Daniel Johnston, entre otros. Pero la historia de LRHDP en México no comenzó allí: un extraño caso de viralización web hizo que su primer EP obtuviera repercusiones en el país del norte antes que en la Argentina. “El disco pegó un montón allá, hasta aparecimos en rankings de la TV mexicana. La primera entrevista nos la hicieron allá. Era muy gracioso, porque en la TV de allá no se permiten los insultos, nunca nos nombraban completamente”, cuenta Luludot. Los Rusos Hijos de piiiip, sin proponérselo, habían traspasado las fronteras. Una vez en México, se enteraron de que eran estrellas. Ocurre que la escena independiente reproduce algunos vicios del mainstream: “Son más fans. Es su personalidad. Acá por más que te guste un montón una banda del under no le pedís sacarte una foto. Allá nos pasaba eso. Están mucho más en contacto con el negocio. Lo que pasa es que hay un mercado del under mucho más fuerte; además, por cuestiones obvias, también hay mucho más público para ese mercado. La ventaja de eso está sobre todo en lo tecnológico: casi todos los lugares, ya sea tugurios o lugares del under con más peso, tienen muy buen backline e infraestructura, en general”, comenta Mazzone.
Para el año que viene Los Rusos preparan su primer LP —al igual que Hola, producido por Lucy Patané— con canciones totalmente inéditas. Anticipan que se viene un disco “furioso pero también más pensado”, un larga duración que promete “acercarse a lo que sucede en vivo”. Será un nuevo paso hacia el bien, pero siempre por el camino del mal.
Fuente: NAN #18 (octubre-diciembre 2014). Conseguila en nuestra Tienda Virtual.
* Los Rusos Hijos de Puta presentarán La rabia que sentimos es el amor que nos quitan el viernes 10 de julio a la medianoche en Uniclub, Guardia Vieja 3360, Ciudad de Buenos Aires.