/Archivo

Moira Millán: “Sin territorio, no hay identidad”.-

El documental  Pupila de mujer, mirada de la tierra sigue los pasos de la dirigente mapuche en su lucha por la identidad y el territorio de los pueblos originarios. “Hay una fuerza ancestral que está despertando a la juventud”, arremete.

Por Soledad Arréguez Manozzo

Fotografía gentileza de prensa
Buenos Aires, diciembre 7 (Agencia NAN-2012).- Una búsqueda, distintos caminos, decenas de historias. Moira Millán, referente de la comunidad mapuche, decidió emprender un viaje para responder algunas preguntas sobre la identidad originaria del país. La experiencia quedó registrada en Pupila de mujer, mirada de la tierra, un documental que retrata desde la óptica de género la lucha por el territorio y la preservación de la cultura aborigen . “La imagen que se devolvía sobre los pueblos originarios era lastimosa. Me parece importante hablar desde nuestra mirada, de cómo nos ha atravesado la historia, de dignificar a las mujeres. Fue una posibilidad de contar nuestra lucha de forma popular, sin el discurso patriarcal, dominante, hegemónico”, remarca Millán, guionista y protagonista de la road movie en diálogo con Agencia NaN.
Millán ahora vive en Esquel, Chubut, pero hace unos años tuvo que migrar de la Patagonia a la Ciudad de Buenos Aires con sus dos hijas. Después de un tiempo, regresó a territorio recuperado mapuche donde están enterrados los restos de su madre. Ella quiere volver a vivir en el campo, pero sus hijas adolescentes no. Desde ese conflicto, entonces comienza la travesía, impulsada por una necesidad de conocer cómo las mujeres originarias de otros pueblos afrontan las problemáticas de una sociedad moderna que ahoga su forma de vida, de contacto con la naturaleza.
En su andar por las rutas visitó otras comunidades con las que compartió la forma que las mujeres tienen para defender su territorio frente a “problemas ambientales y especulaciones inmobiliarias” como así también para hacer oír sus reclamos ante discursos corporativos. “El cine era una herramienta totalmente desconocida para mí. Pero la película fue una oportunidad para intentar contar una historia diferente sobre este país”, sostiene. El documental, de 52 minutos, reúne  historias de postergación y despojo, pero también de esperanza y sueños. Dirigido por Flor Copley formó parte de la última edición de DocTv Latinoamérica y logró dar un paso más para visibilizar las problemáticas indígenas.
–Después de recorrer diversas comunidades a lo largo del país, ¿cuál considera que es la mayor problemática que afrontan las mujeres indígenas?
— El principal problema es la falta de territorio. Sin territorio, no hay identidad. La tierra, que nos constituye, está amenazada no sólo por el empobrecimiento y el despojo, sino también por la megaminería y los problemas ambientales. Hay muchas mujeres, como se ve en la película, que tienen su tierra, pero está amenazada por especulaciones inmobiliarias. No es posible llevar adelante nuestra cultura sin territorio. La lucha entonces es política, por recuperarlo, por preservarlo, por reconstituirlo, por vivir allí.
–Reconocerse es siempre el primer paso para construir la identidad. ¿Qué resistencia encuentra con las generaciones más jóvenes, que conviven con celulares, computadoras y pantallas donde ellos no se ven reflejados?
–Cuando uno habla para una audiencia de cien chicos, a lo sumo dos llegan a agarrar el mensaje, el resto vuelve a su cotidianeidad, a su burbuja. La imagen que reciben es el prototipo de un adolescente neoyorquino. Es una abstracción de su propia vida, la hegemoniza, pero hay una fuerza ancestral que está despertando a la juventud. Mis padres no se querían identificar con el pueblo mapuche, pero hoy estamos todos en la lucha. Hubo una generación que se negó: trataron de mimetizarse con el resto, pero no pudieron con la siguiente.
–En un mundo globalizado, ¿cómo se puede pensar la transmisión de cultura desde la educación formal como la enseñanza para la vida?
–Es muy difícil. El lenguaje de los astros anuncia tantas cosas, pero si la persona vive en una ciudad, abrumado por el ruido, difícilmente tenga utilidad. En un contexto rural, va a tener una relación directa con el entorno. Lo que hemos aprendido milenariamente como cultura es por medio de la observación de la naturaleza. La forma como me relaciono con ella está haciendo acallada por un modo de vida antagónica. Es una tarea titánica, casi imposible de llevar adelante. Pasamos a las próximas generaciones los basamentos filosóficos, pero lo pragmático se pierde. ¿Cómo transmitir esta sabiduría, de la relación con el entorno, si el Estado lo violenta? Es difícil resistir culturalmente, porque hay un doble discurso: un mensaje verde -propagandístico y marketinero- y por otro lado, la práctica destructiva, consumista.
–En la cultura occidental, la resistencia y lucha política aparece casi siempre ligada a la función masculina mientras que las mujeres fueron relegadas a otros espacios.
–La mujer siempre ha tenido un gran protagonismo en el pueblo mapuche, no sólo en la política sino también en las batallas. Obviamente que el Estado argentino no las va a mencionar. Sin embargo, hoy el patriarcado y la colonización sobre los cuerpos han atravesado nuestras vidas. Hay comunidades donde las mujeres están siendo relegadas, oprimidas, y entonces, les resulta difícil hacerse espacio en la vida social. Lo ves en menor medida en el pueblo mapuche, pero es una lucha más.
–A pesar de ese protagonismo, las mujeres indígenas no aparecen en la historia.
–Es omisión de identidad, que es históricamente intencional. Es una visión política de la historia. La mirada patriarcal no sólo atraviesa nuestros cuerpos, nos cosifica. Esa mirada nos empobrece, nos enferma.
–¿Cómo quebrar esa visión dominante?

–Para luchar contra eso, tenemos que unirnos todas. Tener una alianza estratégica con otras mujeres, incluso con aquellas que creen beneficiarse con esos paradigmas. Es tiempo que despertemos. 

Voces en lucha
–Después de la sanción de la Ley de Servicio de Comunicación Audiovisual, ¿hay posibilidades de una mayor visibilización de las demandas indígenas?
–La lucha es desigual. La Radio Comunitaria Mapuche Petu Mogeleiñ (FM 88.7) está viviendo persecución política, presión económica, judicialización, acoso y hasta intimidaciones, pero desde ese lugar comunicacional se han levantado muchas luchas y se ha reivindicado muchos derechos. Por otra parte, tengo un programa de radio que lo que intento es mostrar la tarea de las mujeres que hacen cosas interesantes, pero que son ignoradas e invisibilizadas.

–¿Cómo construir desde ese espacio un discurso de lucha por el territorio en medio de las construcciones mediáticas hegemónicas?
–Es difícil frente a los grandes medios. Es una radio pequeña, alejada de la Patagonia, parece insignificante, pero cumple un rol social importantísimo frente a intereses millonarios que se juegan alrededor de estas localidades. El Estado nos da la posibilidad de tener una radio, pero nos quitan el territorio, nos dinamitan las montañas. Hay avances en derechos civiles, que ayudan a mejorar el escenario de lucha, pero son avances completamente coyunturales. El modelo económico y de desarrollo no se ha tocado. Por un lado, la Leyde Medios facilita la comunicación, permite un escenario distinto para la difusión, pero por otro aprueban la Ley Antiterrorista, hay judicialización de la protesta social…
–¿En que situación está el reclamo por la recuperación de las tierras?
–Cada provincia tiene su propia política. Se utiliza como instrumento la privatización del territorio. En Chubut hay muchos problemas en ese sentido. Entonces, donde hay zonas de conflicto, no entregan títulos de propiedad. Es una lucha durísima, se ha avanzado poco y nada. Queda mucho por hacer.