Por Ailín Bullentini
Fotografía de Agencia NAN
Buenos Aires, agosto 13 (Agencia NAN 2009).- De voluminoso vestido largo y peineta, Soledad preguntará a los recién llegados cómo estuvo el viaje en carreta y los invitará a pasar a “la morada”. Parado a un costado del aljibe, colgando su espada del cinturón, Horacio elogiará su atuendo, consultará al público si apetece unas ricas empanadas tucumanas y solicitará a la joven que tenga listo el agua caliente para “convidar unos mates al alcalde, que no tarda en llegar”. “Morada”, “peineta”, “aljibe” y “alcalde” son palabras que Soledad y Horacio junto a Patricio, Nelson y Alejandro sacan del baúl de los recuerdos para pintar, en el desarrollo de una representación teatral, y usando como escenario la Casa de Tucumán, los días previos a la gesta de la Independencia de lo que hoy es Argentina.
Los jóvenes integran el grupo teatral Los Intérpretes, un colectivo de arte dramático independiente que conformaron hace un par de años, tras egresar de la Escuela de Teatro de la Facultad de Arte, de la Universidad Nacional de Tucumán. En alguna de sus aulas, hace ya más de una década, coincidieron los caminos de estos cinco jóvenes tucumanos que, en la búsqueda del ejercicio de su profesión, terminaron convirtiéndose “en historiadores”, aseguraron en diálogo con Agencia NAN.
Es que el grupo de actores interpreta obras de teatro en las que las historias que rodean las fechas patrias del país cobran vida. Su show más elaborado, y el primero de todo su repertorio, se llama La trama secreta del Congreso y tiene lugar en el Museo Casa Histórica de la Independencia, en el corazón de San Miguel de Tucumán, el lugar físico donde un grupo de congresales firmaron la Independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Cada vez que un contingente de turistas o un grupo de alumnos de escuelas de la ciudad llegan al museo de visita, los actores le ponen cuerpos, voces y movimientos a la historia tantas veces narrada de aquellos días de principios del 1800.
Sin embargo, mucho antes de estabilizarse en los escenarios de la Casa de Tucumán, fueron muchos los desafíos que Horacio, Soledad y sus amigos debieron sortear: título “actor” bajo el brazo y “formación en el cuerpo, en la mente y en el alma” en la ardua tarea de convertir la pasión en algo que sirviera para subsistir. Siempre desde la orilla independiente. Los primeros pasos de los actores que hoy conforman el grupo teatral fueron en la calle. “Empezamos a hacer pequeñas obritas improvisadas a la gorra en algunas plazas del centro de la ciudad”, rememoró Horacio Dantur. Sin embargo, sus neuronas y las de su grupo estuvieron puestas en funcionamiento “buscando algo más, viendo cómo seguir creciendo”. Y en el trabajo con la historia encontraron “una veta para explorar”.
El que busca, encuentra, dicen por ahí. “Sabíamos que se hacían visitas guiadas en la Casa Histórica. También que ya había un espectáculo que era parte del recorrido. Nuestra idea fue agregarle algo más a ese show, sumarle nuestro granito de arena”, detalló Soledad Pereyra. El espectáculo era sólo de luces y sonido y duraba apenas 20 minutos, aportando color en el jardín de la Casa. Ellos querían sumar su actuación.
Para cuando se sentaron a charlar con las autoridades del museo, la obra estaba pensada hasta el último detalle. Trabajaron con el historiador tucumano Atilio Gómez, que transformó la historia de la Jura en un guión dialogado. Luego haría lo mismo con otras fechas patrias como la creación de la Bandera, el 25 de Mayo y el 9 de Julio, interpretaciones que el grupo saca a las plazas de la capital tucumana en época de veraneo y de vacaciones de invierno. “A los textos de Atilio le agregamos dramaturgia y empezamos a ensayar. Para cuando tocamos las puertas del museo, la obra estaba completamente pulida y hasta habíamos conseguido los trajes del Teatro Colón”, explicó Dantur.
“Costó, pero al final nos abrieron un lugarcito”, sostuvo Pereyra. En el comienzo, la intervención era de poco tiempo, sólo en la parte del patio interno de la casa. “Cuando terminábamos de actuar, pasábamos la gorra para que la gente colaborara con lo que pudiera”, apuntó Dantur, que en la interpretación encarna al gobernador de Tucumán de aquellos años, Bernabé Aráoz. Hoy, él y la joven –en la piel de Lucía, la criada de la casa– cruzan diálogos con los personajes de Juan Martín de Pueyrredón (Nelson Alfonso), Manuel Belgrano (Alejandro Liendro), el alférez y el alcalde (ambos interpretados por Patricio de la Torre).
Los ingresos generados durante ese tiempo apenas les alcanzaban para pagar el equipo de sonido, “distinto al del espectáculo de luces que ya estaba en el museo”, recalcó Pereyra. Pero los actores mantuvieron su actividad teatral independiente en paralelo a otros trabajos, con los que generaban recursos para subsistir. “Muchas veces terminamos actuando en la Casa de Tucumán ad honorem. “No nos importaba demasiado, a decir verdad. Fue como una manera de devolverle al Estado todo lo que nos dio en educación. Nunca pagamos un peso por nuestra formación”, figuró la muchacha.
De la primera función ya pasaron tres años, tiempo que no sólo sirvió para que el grupo perfeccionara el espectáculo, sino también para que las autoridades les tomen “confianza” y los “integren a la institución”, remarcó De la Torre. Hoy, el show dura 50 minutos y se extiende por todos los sitios de la Casa Histórica, centrando el momento cúlmine y de mayor tensión en la Sala de la Jura, única habitación que mantiene la construcción original, ya que todo lo demás debió ser reconstruido por falta de mantenimiento. La gorra, entonces, fue guardada en un cajón ya que los ingresos que la llenaban fueron reemplazados por un plus que los visitantes del museo deben abonar si desean que Los Intérpretes le den vida a la historia que siempre fue narrada.