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SUB: «En español tenés que trabajar mucho más las letras para no caer en lugares comunes».-

Mientras prepara su cuarto disco de estudio, la banda de zona sur, liderada por José Noisé en guitarra, dialogó con Agencia NaN sobre sus influencias, orígenes y géneros. “Somos una banda de rock y hasta ahí.” 
 

Por Nahuel Gomez
Fotografías: gentileza de Sub

 
Buenos Aires, diciembre 30 (Agencia NaN-2012).– Entrados los ’90, José Noisé volvió a la Argentina después de haber transitado su pubertad en Estados Unidos. Se encontró, vale aclararlo, con un contexto social y cultural diferente. Con el tiempo fue acomodando su vida al ritmo de un país del que se había ausentado durante seis años. Así es como conoció a su primera novia, quien en uno de aquellos días de extrañamiento inicial, lo invitó a pasar el rato en su casa. Al ingresar por primera vez al hogar de su pareja, observó con detenimiento un cuadro en la pared: era el retrato de una mujer rubia, de pelo recogido con rodete y una sonrisa de amplitud eterna. Esa mujer era Evita. José, criado en un país y una familia donde la política no era tema de todos los días, no tuvo mejor idea que indagar a su novia sobre el retrato: “¿Esa mujer es tu mamá?”, preguntó  y la risa de su entonces prometida fue casi como un puntapié que, inevitablemente, lo empujó a meter la cabeza en la cultura local.

Que allí haya germinado la letra de Ella es peronista, tema de SUB,la banda que José formó en 1999 y aún sigue vigente, es anecdótico. Lo resaltable de aquella historia es que Noisé vino a la Argentina con otro chip, diferente al que se fabricaba acá. Eso se nota en sus melodiosos arreglos de guitarra, influenciados por el New Wave estadounidense (XTC, Devo, Adam and the Ants, B-52’s) y los inicios del College Rock (REM, The Replacements), pero también en el bloque sonoro que le da identidad al grupo. Tanto Andrés Martínez (baterista y miembro fundador de la agrupación)  como el más joven del trío, Gabriel Gandini (bajista desde marzo de este año), tienen una formación musical que oscila entre las bandas de acá y las más difundidas del exterior. El contraste, el encuentro entre tres mundos (o más bien, entre dos y uno) hace que Sub tenga un sonido propio y no pueda ser encasillado en ninguna movida.

En un coqueto estudio de grabación, ubicado en la aún más coqueta localidad de Adrogué –donde la banda prepara su cuarto disco de estudio– José, Andrés y Gabriel, introducen a Agencia NaN en las profundidades del mundo Sub.

–¿En qué influyo tu pasado en el exterior en la música que hacés?
José Noisé: —La verdad que más que meterme en el rock me metí en la música. A los seis meses de estar viviendo allá, me probé para el coro del colegio y después empecé a integrar una banda. Ahí ya comencé a tener un contacto con la música que desde lado familiar no tenía. Después, algo que me benefició bastante era que podías ir a la biblioteca y alquilar discos, todo esto en una época previa a Internet. Sacaba 6 discos por semana y tenía acceso a un montón de sonidos nuevos.

–¿Te sirvió esa cercanía con la cocina del rock para sentir la música desde otra manera?
J. N: —Yo creo que sí, porque cuando volví, la música que se escuchaba acá no tenía nada que ver con lo que me gustaba. Igual, no tenía nada de malo. Recién empecé a percibir una sintonía cuando escuche los discos de Virus y Soda Stereo, pero antes de eso es como que no entendía mucho de que venía la cosa en Argentina. Tuve otra cultura, que hoy en día un pibe de 20 años tiene por Internet, pero en ese momento lo que yo escuchaba no llegaba tanto acá.

–¿Por qué se formó Sub, entonces?
J. N: —Yo venía tocando con una banda que se llamaba Los Ancestros, que hacía una mezcla de hardcore con dark, era como The Cure mezclado con Bad Brains. La parte hardcore, obviamente, era más de los otros integrantes de la banda. Estuvo bueno, tocamos un montón. Hasta salimos en un compilado que se llamaba Malasaña, del que salieron bandas como Cadaveres de Niños —la banda de Patricia Pietrafesa– entre otras. El grupo se disolvió y yo dejé de tocar. Y con Andrés, el batero de Sub, somos  amigos de hace muchos años. El de chico me venía a ver tocar, y yo ni sabía que él era un buen baterista. En un cumpleaños empezamos a zapar y, después de cinco birras, termino diciéndole: “Che tenemos que hacer una banda porque esto está sonando bárbaro”. Y así, también con un chico amigo del barrio que es bajista, empezamos a tocar en 1999.

–Teniendo en cuenta que José venía de una escena completamente distinta a la de acá, ¿cómo se generó una empatía en lo musical entre los miembros de la banda?
J. N: —El punto de encuentro fueron dos o tres discos, Nevermind e In Utero de Nirvana, y el disco doble de Smashing Pumpkins (Mellon Collie and the Infinite Sadness). Andrés venía de escuchar hard rock de los 70’s, tipo Led Zeppelin y Deep Purple. Yo soy fanatico de la melodía y el rock americano, y él es un poco más heavy, nos encontramos en el batero de Smashing Pumpkins que tiene un estilo más parecido al del hard rock, aunque en otro tempo. Hoy nos escuchas y te das cuenta de que el batero va en una forma más de hard rock y yo voy más por el lado indie, por lo que viví de joven. Sub es una mezcla medio rara entre una cosa melodiosa pero con una base rítmica un poco más fuerte.
Andrés Martínez:– No sé si todavía logré acoplarme a él (risas). Realmente los géneros que escuchábamos antes de empezar a tocar eran totalmente diferentes, por ahí teníamos en común a los Beatles, pero es  algo muy de base. En general, el me tira bandas y yo voy escuchando, soy bastante abierto. Pero no es que nos gustan las mismas cosas, de hecho, él tiene mucha más música escuchada que yo, que recién ahora me estoy abriendo un poco.
 
–¿Cómo definirías el sonido de Sub?
J. N: —El disco que estamos grabando ahora es más experimental, ponele. Vamos a tener otros matices. Pero en los discos anteriores siempre fuimos más cercanos al rock americano que al rock británico. Te doy un ejemplo: el otro día tocaron Pulp y unos días después Dinosaur Jr.  Yo fui a ver a ésta última banda. Todo bien con Pulp, pero nos sentimos un poco más cómodos con el rock estadounidense de los ’80s y ‘90s.

–¿Se ponen límites estilísticos a la hora de componer?
J. N: —Yo creo que no hay límites. Está bien, las bandas ramoneras no van a componer temas floydeanos. Lo que nosotros tratamos de hacer es no caer en los lugares comunes y no quedarnos en un género, aunque sea el género favorito de uno. En este disco que estamos grabando estamos haciendo cualquier cosa. En el sentido de que estamos jugando más con los tempos o metiendo estilos dentro de otros, por ejemplo.
A. N: —Este es el disco de los permitidos. Antes jugábamos, es cierto, pero nos poníamos ciertos límites. Hay una cosa más de hacer lo que pinte, que no pasaba en otros discos.
J. N: —También pasa que en vivo no se pueden reproducir exactamente todos los arreglos que queremos hacer. En el disco nos estamos desquitando, pero no lo vamos a reproducir en el escenario.

–¿Tuvieron ese dilema en otros discos?
J. N: —En No Desaparecer, el tema Montañano se puede tocar como trío, es imposible.
A. N: —Es como que tocamos el switch “modo en vivo” y salimos. En general no nos falta nada, se rellena con la furia de uno, con los volúmenes u  otros sonidos y sigue sonando bien.

 
Siguen tocando la misma canción…
J. N: —Sí, no va a estar el arpa distorsionada, las campanas o las cincuenta voces, pero la melodía está y es la misma canción. Me parece que el vuelo está en el disco, este último disco es más de laboratorio. Desde la producción musical está armado como un rompecabezas. Cuando lo formás en una sala de ensayo lo estás haciendo para tocar en vivo. Este último se está dando así porque grabamos demos, cosa que nunca habíamos hecho. Con esos demos, vinimos acá y empezamos a experimentar. Fueron dos etapas distintas.
 
–¿Les preocupa que un disco extramadamente producido se aleje de lo representable en vivo?
A. N: —Para nada, y hasta es atractivo eso. A veces hasta encontrás nuevos matices en el vivo, es interesante. El tipo que nos escucha en los discos y después en vivo, no va sentir que le faltan cosas.
J. N: —Sí, aparte la experiencia es distinta. En vivo hay que enfatizar otras cosas. Y esas cosas que se enfatizan en vivo no están tan buenas en el disco. En las grabaciones está bueno jugar con otras cosas.
Gabriel Gandini: —además, en el estudio la experiencia es sonora, y en vivo es sonora y visual. Hay que tener en cuenta eso a la hora de trasladar la música.
 
–¿Qué creen que tiene Sub que no tienen otras bandas?
J. N: —Hoy en día, la banda es una lectura de tres personas que tienen una data musical muy distinta entre sí. Esa conjunción es muy rara. A veces pasa que hay bandas que compran el molde, está bueno, pero es muy de género. Nosotros no somos de género, somos una banda de rock y hasta ahí. 
 
-¿Por qué tienen canciones en inglés?
J. N: —Al principio mi problema era que empezaba a componer la melodía de la voz con palabras en inglés y después fonéticamente tenía que remplazar esas palabras por otras en castellano. Significaba un laburo terrible para mí. En algunos temas pude hacerlo y en otros no.
 
–¿Creen que el idioma anglosajón es más apto para el rock?
J. N: —Yo creo que el inglés está más apto para el rock porque viene de allá, surge de EE. UU. Y después es adoptado por Inglaterra. Encaja mejor con los ritmos del rock, como el castellano encaja con el tango; nunca escuché un tango cantado en alemán o en japonés, por ejemplo. Es mentira que no se pueda cantar en castellano, lo que pasa es que yo aprendí a cantar en inglés, y al principio opté por lo seguro. Después, creo que a partir de que escuché bandas que cantaban en castellano y  que me gustaban, dije: “Bueno, se puede hacer”. Entonces empecé a trabajar en tratar de hacerlo. El próximo disco estará enteramente grabado en castellano.  Lo que también pasa es que además, yo no soy un gran poeta. Si vos decís “yo quiero tomar tu mano” en castellano suena cursi, pero si lo decís en inglés son los Beatles y está buenísimo.  Me parece que en español tenés que trabajar mucho más las letras como para no caer en lugares comunes.
 
–¿Recibieron críticas por cantar en inglés?
J. N: —No, porque hay muchas bandas que cantan en inglés e imitan una movida. Nosotros estábamos aceptados desde ese lado, pero no pertenecíamos a ese grupito de bandas.
A. N: —El tema del inglés no condicionó en cuanto a crítica de prensa, pero sí es cierto que sentíamos que no llegábamos a encajar en ningún lado.
 
–Y hoy en día, ¿cuál es el público?
J. N: —Es gente que está fuera de la moda: que le interesa la música y no el evento en sí y ve a una banda distinta.
G. G: —Lo primero que yo noté cuando los conocí, de casualidad, escuchándolos en el Tío Bizarro, es la soltura. Al momento  de ejecutar el instrumento no hay nada rígido, tocan y funciona. La mayor parte de los músicos de mi edad que yo conocía estaban como stressados, rígidos.  Cuando bajaban del escenario se los veía enojados, tensos. Ellos subían tranquilos, bajaban tranquilos, seguían igual y no pasaba nada. Y cuando me uní empecé a experimentar eso. No hay stress, no hay presión por hacer el mejor show, ni nada parecido.
A. N: —igual antes nosotros teníamos esas preocupaciones. Si había gente o no, si tocábamos bien o no, si vendimos suficientes entradas.
 
–¿Por qué dejaron de tener preocupaciones? ¿Se sienten más maduros?
J. N: —A nosotros nos pasó una cosa muy particular: en octubre del año pasado, antes de que entrara Gabriel, funcionábamos como cuarteto estable desde hacía seis años, con los mismos músicos. Grabando este mismo disco hubo conflictos y la banda se disolvió; dejamos de tocar prácticamente. Estábamos todos peleados. Y cuando con Andrés volvimos, al muy poco tiempo, charlamos sobre todo lo que nos pasó y sobre lo que estábamos haciendo mal. Era justamente el no relajarse, la tensión. Entonces, a partir de todo lo que nos paso, hoy en día la condición es disfrutar, si no está el disfrute el resto no puede estar. Y de esa forma la estamos pasando mejor que nunca, sintiéndonos mejor que nunca y siendo más creativos que nunca.
G. G: —Con respecto a la madurez: en la música, las letras, en lo que hablamos o lo que no, yo no siento la diferencia de edad, ni a palos (y eso que ellos me llevan como veinte años).
 
–¿Por qué optan por letras de tono intimista?
J. N: –Justo el disco que estamos grabando es distinto. Hay un tema que se llama “Barbas prendidas fuego” y hay otro que dice “el equipo de rescate te saluda”. Hay letras más visuales en este último.  Yo lo repito mil veces, no soy un poeta, trato de contar cosas personales o historias ajenas, la excepción viene en este disco que estamos grabando, que tiene letras un poco más surrealistas.
 
–Lo último que editaron fue un disco de covers ¿Por qué?
J. N: –El disco de covers se armó porque teníamos que editar un disco, que es este que estamos grabando ahora, y la banda se separó. Teníamos pensado sacarlo para febrero de este año, pero para eso necesitábamos que la banda vuelva a existir. Cuando empezó a existir la banda, empezamos a tener muchas propuestas para tocar en vivo y este año armamos la banda de esa manera, tocando. Llegamos a octubre con más rodaje y empezamos a grabar. El disco de covers nos sirvió para sacarnos la presión de editar un disco y tener la suficiente vigencia como para presentarnos en un escenario. El disco anterior, de 2010, es como que ya estaba un poco gastado.
 
–¿Cómo ven la escena rockera de zona sur? ¿Por qué proliferan tantas y tan diversas bandas por estos lados?
J. N: –Se ve. Se ve que las bandas buenas son de La Plata o Zona Sur, en Capital todavía no encontraron la brújula. Yo creo que viene de la movida sónica de los ’90: Babasónicos, Los Brujos, Juana La Loca, Newton, Copiloto Pilato, Lado Salvaje y muchas más.
G. G: —Yo creo que tiene que ver con las propuestas culturales que hay en general, como por ejemplo la de El Tío Bizarro. A mi me llevaron y me dijeron “mirá, acá vas a encontrar a todos los locos de Zona Sur y vas a entender todo”. Hay lugares que permiten ese tipo de bandas, que te influencian mucho, porque ahí entrás y aprendés. Además la gente es fraternal, comparte, charla y te aconseja.
A. N: —la gente de Capital por lo general no es tan copada, son bastante fríos.
G. G: —La otra vez lo estuve estudiando. En Zona Sur creo que se da un fenómeno físico, acá se escucha todo mejor (risas). En lugares céntricos hay mucha contaminación sonora, entonces, eventualmente, el oído empieza a caer y empezás a escuchar con menos amplitud frecuencial y menor presión sonora, sólo por el tráfico. Acá es otra historia, no tenés un embotellamiento al lado de tu casa.