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Dani Umpi: “No tengo que sentirme mal porque todo me aburra”.-

Daniel Umpiérrez es un licenciado en Comunicación Social nacido en Tacuarembó en 1974 y también uno de los más multifacéticos jóvenes artistas uruguayos: autor de tres novelas, expositor de artes visuales en Uruguay, Perú, Brasil, España y Estados Unidos, cantautor y dramaturgo. Está entremedio de la serie de presentaciones de su reciente disco Dramática, grabado junto al guitarrista Adrián Soiza y donde reversiona a Néstor en Bloque, Valeria Lynch, Pet Shop Boys y El Otro Yo. En diálogo con Agencia NAN, habla sobre la redefinición del “artista de culto” en la era de las redes virtuales, explica de qué forma lo mueve la histeria y especifica sus pautas de convivencia entre el Dani pintor, cineasta, escritor, director y cantor.

Por Luis Paz
Fotografías de prensa de Dani Umpi

Buenos Aires, julio 2 (Agencia NAN-2009).- Dani Umpi es un cantautor, escritor, poeta, dramaturgo, pintor y freak uruguayo. O un artista loco y criminal, si se entiende que la histeria debería ser considerada un delito en casos que exceda la dosis para consumo personal. Es que en el transcurso de esta entrevista, Umpi se definirá precisamente así, como “una histérica” que a la vez es un tipo de “barrio con calle de tierra de una ciudad del interior de Uruguay, donde las casas tienen cumbias y se usa la ropa que se hereda del hermano más grande” que admira a los dandys. “Pero no puedo ser refinado, soy más del mamarracho, siempre compro lo más barato, lo más Leader Price”, le cuenta a Agencia NAN antes del estreno oficial de su reciente disco Dramática –donde sobre la guitarra de Adrián Soiza reversiona a El Otro Yo, Fun People, Néstor en Bloque y ¡Valeria Lynch!–, esta noche a las 23 en el Teatro El Cubo (Zelaya 3053, Abasto).

“Sé que suena rara y caprichosa la selección pero, vamos, en el mundo todo convive con todo”, resume Umpi, licenciado en Comunicación Social nacido en Tacuarembó hace 34 años. Y al menos en su mundo, no parece haber problemas en la dinámica de convivencia: sus novelas Aún soltera (Eloísa Cartonera, 2003), Miss Tacuarembó (Interzona, 2004) y Sólo te quiero como amigo (Interzona, 2006) se llevan de maravillas con su disco primer disco Perfecto (2006), que además de valerle tres estatuillas –Mejor Diseño de Portada, Productor y Sitio Web– y dos nominaciones –Artista Revelación y Solista del Año– en los premios Graffiti a la música uruguaya de ese año, se puede descargar gratis en el sitio del sello Contrapedal. Además, los cuadernos de Daniel Umpiérrez llevan un diario de vida que se completa con una biografía audiovisual en su canal de YouTube (http://www.youtube.com/realdaniumpi).

“Las canciones están en mi selección musical naturalmente, sin conflicto, porque son canciones buenísimas –sigue Umpi–. Con Adrián (Soiza) las elegimos porque eran las que más nos gustaban, las que cantábamos hace tiempo mientras nos bañábamos, mientras lavábamos los platos, cuando agarrábamos una guitarra, cuando salíamos a bailar o cuando nuestros papás se ponían a cantar.”

— Es notorio que las disfrutan, las sienten y se las reapropian en el disco. Es como si Soiza aportara la sofisticación y vos la bizarría. ¿Estás de acuerdo?
— Sí, me gusta esa definición. La sofisticación la da Soiza porque yo soy mucho más trash. Él tiene algo que admiro mucho y es que le gusta el virtuosismo. A mí no me sale, jajaja. Él sabe de música, me explica todo. Yo no sé nada. Creo que ese tipo de mezclas es muy sano. O al menos a mí me hace bien, me resulta interesante de hacer, porque contempla dos polos muy ricos.

— Últimamente venías colaborando con Luciano Supervielle, Ale Sergi, Leandro Viernes y Sergio Pángaro; y ellos tienen un halo más de dandy que de freak…
— Me encantan los dandys, me encandilan. Toda esa gente me resulta muy admirable. Es cierto, tienen eso del dandy que yo no. Es que no me sale. Pensá que yo vengo de un barrio con calle de tierra de una ciudad del interior de Uruguay, donde las casas tienen cumbias y se usa la ropa que se hereda del hermano más grande. Es cierto que en ese contexto hay dandys, pero a mí eso no me sale naturalmente: me sale el barro, la hilacha. No puedo ser refinado, soy más mamarracho y soy muy ignorante.

– Pero sos parte de esa escena de cantautores multifacéticos rioplatenses. Y atención que ahí entran desde Rosario Bléfari hasta Boom Boom Kid y Ríspico…
— Sí, aunque no la veo como una escena determinada, algo de grupo. No sé bien cuáles serían todos los que están pero se me ocurren ejemplos en todas las disciplinas: desde Roy Berocay a Rosario Bléfari, de Boom Boom Kid a Gaby Bex, de Lola Arias a Ioshua, de Isol a no sé. Igual, me imagino que lo mismo pasará con la cumbia y el heavy metal.

— Lo que sí sabés, porque de hecho la gacetilla de tu show así te presenta, es que realmente sos o estás visto como un “artista de culto”. ¿Creés que esa categoría debe ser redefinida en lo que hasta este punto de la historia es el esplendor de la comunicación digital y a distancia?
— Creo que Internet potencia eso y lo diversifica para bien. El concepto de “artista de culto” implica un laburo de un artista que es conocido casi obsesivamente por un grupo de personas. En ese sentido, Internet es ideal porque te permite saciar esa sed de información específica. En Internet todos son fanáticos de algo, Facebook en parte funciona gracias a eso, a manifestarte como fanático de alguien. Es un punto de partida para vincularte, para conocerte con otra gente y nuevas cosas. No tengo muy pensado esos asuntos, pero, a veces, me parece que aunque haya fenómenos artísticos muy masivos, cada vez hay más fanatismos por figuras “poco conocidas”.

— Pero es como que de tanto ir al nicho ya no hay nido que los cobije a todos…
— No sé cómo explicarlo. Ahora es diferente, eso seguro. En Uruguay, por ejemplo, hace años se celebra la Fiesta de la Nostalgia, que consiste en fiestas bailables con músicas características de cada década. Lo curioso es que las últimas décadas no tienen mucha cosa que unifique a todos porque no todos ven los mismos canales ni escuchan la misma música. Ahora hay chicos de quince años, de clase media, que no tienen idea de quién es Paris Hilton y sin embargo ella es una gran ícono de la última década. Lo mismo pasa con Cumbio, Cory Kennedy o quien se te ocurra. Y en los niños es igual: mi sobrinito está obsesionado con El Chavo del Ocho pero el vecinito de al lado no tiene ni idea de qué es eso porque mira otra cosa en otro canal. No sé cómo re definir ese concepto de “artista de culto”, pero está cambiando.

Como también cambian las relaciones. Aunque, a grandes rasgos, sigan conteniendo los mismos elementos que siempre: deseo, gula, soberbia, histeria, cariño, amor y violencia. Esa guerra y esa paz propias de lo interpersonal es, en cierto modo, el eje conductor de Dramática, donde en una puesta tan musical como escénica, Dani Umpi reconstruye y actúa con su voz las ondulaciones de la función amor que registraron artistas de cumbia, pop televisivo, punk adolescente y música popular. Por otra parte, y hasta parecería que por casualidad, los dos discos que a la fecha publicó Umpi rescatan los estereotipos clásicos: el hombre Perfecto, ese príncipe azul; y la mujer Dramática, por no decir histérica.

— ¿Cuál sos vos?
— Estoy más cerca de la histérica, claro. Me encantan los estereotipos porque son una fantasía, algo que nunca se da por completo pero que define y da parámetros para el resto. No creo en ellos, pero me interesan mucho.

— ¿Esa histeria es lo que te lleva a incursionar en cine, literatura, plástica, teatro y música? Bah, histeria creativa es más preciso…
— Durante mucho tiempo, como tengo la autoestima muy baja, pensé que tenía que definirme por alguna disciplina, por que están muy mal vistos los artistas que manejan varios soportes. Hasta que me di cuenta de que era así, que eso era lo que me salía naturalmente y que estaba bien. Tuve la suerte de que encontré gente a la que le gustaba lo que hacía y me compraba los libros, me iba a ver a los shows y cantaba las canciones. Esa coincidencia me dio seguridad y me aferré mucho a esa gente. Recién ahora puedo darme cuenta de que mi forma de crear es así, que no tengo que sentirme mal porque todo me aburra, por querer cambiar, empezar de nuevo, mezclar, conocer otras cosas. Antes me parecía mal porque vengo del terreno del arte, de esa cosa de hacer carrera, y una manera de trabajar tan dispersa generalmente es mal vista.

Entremedio de la difusión de su disco con Soiza y la preparación de un segundo álbum solista (que será “más bailable y pop”), estrenó hace semanas su comedia musical Nena, no robarás en la sala Batato Barea del Centro Cultural Ricardo Rojas (sábados a las 22.30 en Corrientes 2038), protagonizada por Romina Ricci, el cantante Dennis Smith (finalista de Latin American Idol) y un equipo de 11 de jóvenes actores del circuito independiente. “Leí una crítica que decía, como negativo, que la obra por momentos se parecía a algo de Cris Morena. Pero no lo tomé como una crítica porque, si me conocés un poquito, te das cuenta de que para mí hacer algo para ella sería muy sublime, muy lo más. Es un mundo que tengo totalmente idealizado y lo defiendo como género y como estética. Me marcó mucho la tele”, revela Umpi.

— ¿Para bien o para mal?
— Eso se verá con el tiempo.

— Lo que ya se ve es que hay toda una estética, una poética y una temática que en vos juegan constantemente con la niñez y la adolescencia…
— A veces me dicen eso porque soy muy boludo y despistado y doy “imagen aniñada”, jajaja. En realidad es porque estoy muy en las nubes, tengo la risa muy fácil y soy muy ignorante. Coincido en que tengo esas ganas de querer maravillarme con todo, es algo lindo, un estado hermoso. A veces me sale naturalmente, otras veces me hago el boludo y hago como que me maravillo.

Visiblemente maravillado aún por las artes diversas y complementarias, el pequeño saltamontes con dreads que manipula lechugas en la foto de este artículo participó de exposiciones de artes visuales en Montevideo, subió a Río de Janeiro y San Pablo, cruzó el Amazonas hasta Lima, el paralelo del Ecuador rumbo a Nueva York y el meridiano de Greenwich, destino Madrid. Su viaje continúa con la preparación para el rodaje de la adaptación cinematográfica de su novela Miss Tacuarembó, que comenzará el año entrante, será la ópera prima del director uruguayo Martín Sastre y tendrá a la actriz uruguaya de telenovelas y olvidada cantante pop Natalia Oreiro en el rol protagónico.

— Colaborás por igual con artistas uruguayos y argentinos, tocás casi más seguido acá que allá, ¿ves alguna diferencia en el marco para la producción independiente entre ambos países?
— Uruguay puede parecerte limitante o un espacio donde está todo por hacer. Todo puede ser independiente y oficial a la vez porque somos pocos. La cuestión es ver eso como una virtud, como algo a favor. Eso cuesta mucho porque la gente se cansa. Te podés hartar al toque, sobre todo si tenés expectativas muy altas y ambiciosas (que tampoco está mal tenerlas, peor hay que bancarse las caídas). Hay artistas uruguayos que odian estar ahí y están con la cabeza afuera tratando de salir, pero hay otros que están comodísimos y lo ven como un techo muy protector. Yo creo que todo es más permeable allá. No me gusta pensar en “lo que puedo hacer en Argentina y lo que puedo hacer en Uruguay”. Todo se me mezcla y tengo amigos en los dos países. Ahora, por ejemplo, hace casi dos meses que estoy en Argentina pero en realidad vivo en Montevideo y no creo que me mude acá, aunque vengo continuamente a Buenos Aires.

— ¿Algún otro proyecto pendiente?
— En Montevideo, me estoy mudando de departamento con mi novio y una baja de tensión quemó mi DVD, así que tengo cosas domésticas que encarar.

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