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las siete vidas del tigre

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Parecía que toda el agua se venía abajo. El cielo de la Ciudad Cultural Konex amagaba con una de esas lluvias de primaveras inciertas, donde el viento y la humedad lo advierten todo. Atrás Hay Truenos brindaba afuera sus destellos y la cadencia de sus melodías. “Que sea para siempre, como un año más, como el que pasó”, rezaba la voz de Roberto Aleandri en el bronce de la séptima edición del Festival Laptra. Las palabras resultaban propicias para este 2017 de grandes lanzamientos. Había fiesta en el barrio y el sello del tigre le metía garra a su celebración anual con un line-up de 15 bandas.

 

Las puertas se abrieron pasadas las cuatro. En el vaivén de la exfábrica de aceite de Sarmiento al 3100, pasando volantes y adoquines, se imponían dos escenarios como salones de muestra de la hermandad nacida en La Plata. Al aire libre, de cara a la escalera naranja, y con el dibujo de la camioneta de rayas de bengala —que se viralizó en las redes para esta nueva convocatoria—  estaba el Escenario Tigre, por donde ya habían hecho su paso Antolín y Koyi.

 

Más allá, entre columnas, ventiladores y luces de emergencia, estaba el Escenario Laptra, donde habían desfilado Mapa de Bits y Ayrton Senna. Ahora se presentaba Javi Punga quien entre las faros del salón, melosamente rabioso y acelerado, optimista y algo cándido, invitaba a la plebe a la reivindicación de varias de sus gemas, algunas repetidas o escondidas en esa discografía que va desde Manzanas Deliciosas hasta Turbo.

 

“Lo-Fi Melódico Noise Rock from Argentina”

 

Más acá, la feria. “Lo-Fi Melódico Noise Rock from Argentina. For fans of Pixies, Pavement & Guided by Voices”. Decía el sticker de la edición americana de La Síntesis O´Konnor,  el último LP de Él Mató…, a casi 50 dólares. Un par de pibas husmeando entre las remeras de Las Ligas Menores. Las azules eran las más lindas. Libritos de Antolín y cassetes por 150 pesos. Las Pruebas Destructivas —el último disco de Bestia Bebé llamaba mucho la atención e invitaba a flashear con el humo rojo de las chimeneas de la tapa. La tarde nos daba pie para la primer birra, entre vinilos y algunos pines.

 

Había mucha gente. Cada vez más y sobre el piso de granito empezaban a crecer los vasitos de plástico, que ya habían cumplido su función, y las colillas de cigarros de otra historia. En una panorámica, si hacías foco te encontrabas con los conocidos de siempre. Un par de saludos y nos vemos en los corsos. Muchos turistas también, que intercambiaban frases inentendibles y borrosas. Nadie estaba solo.

 

 

Cerca de las ocho y con el cielo por el atardecer en tono naranja empezó a tocar 107 Faunos. El arranque fue para “Pretemporada” y ya el clima Laptra se tornaba irreversible. Entre vídeos retro de una Mar del Plata festejando sus 105 años, cohetes yéndose al espacio, bombas nucleares de una era que ya no está y carreras de kartings; la banda de Javier Sisti Ripoll y compañía ofrecía combos para todos.

 

Hechos a base de “Cosas Caras Rotas” y “El Tigre de las facultades” el ritmo de las diagonales hacia eco en el barrio del Abasto. No faltaron “Pecho Pardo” y “Muchacho Lobo”, y el cenit del repertorio, entre espumas y maracas, fue para “La Turba”. Momento hermoso cuando tocaron “Club de observadores”: “De un tiempo a esta parte lo olvide todo, y en estado de pregunta me muevo hoy”. “El imán de lo nuevo” también haría lo suyo y antes del final, “Helicópteros”.

 

Cuando terminó el recital de los Faunos era necesario pasar por la barra y recargar el tanque para volver al interior. Sonaban unas minas como salidas de una serie de Netflix, medias nórdicas, medias vintage, medias Disney, medias Danny Boyle. La frontman descalza sobre los pedales. Habían venido de Los Ángeles. Se trataba de Winter, el proyecto liderado por Samira Winter, que destilaba, entre líricas ornamentales y guitarras empáticas, un dreampop lisérgico onda beach house, onda best coast, pero con toques de real estate.

 

La Síntesis Completa

 

El Chango algo ya había adelantado. La Síntesis O´Konnor iba a ser expuesta de manera completa. La noche en el patio ya era grande y el rosa de “El Tesoro” iluminaba las mejillas y las frentes. El pogo de “Ahora Imagino Cosas” adelante y repetidos saltos se replicaban de la mano de canciones como “El Mundo Extraño”. En las pantallas, varios universos. El espacio frenético, algo onírico, pero también terrenal hecho imágenes. No se podía dejar de pensar en algunas películas de ciencia ficción. El grito desgarrado en “Fuego”. “Te fuiste y donde estas ahora. Ahora soy mejor, te juro soy mejor”, como apoteosis de su disco más romántico y ordenado. Tras el despilfarro de bellezas melodías siguieron cuatro clásicos. La seguidilla fue la siguiente: “Chica de Oro”, “Johnny B”, “Mas o Menos Bien” y el cierre para “Mi próximo movimiento”. Santi daba las gracias e invitaba a seguirla con la jornada.

 

Las colas de los baños hicieron metástasis. Un turro en el mingitorio preguntaba que bandas piolas quedaban. A su lado, con contundencia, uno le respondió con tres dedos: “The Hojas Secas, Las Ligas Menores y Bestia Bebé”. Quedaba también tiempo para el krautrock potente de Súper 1 Mundial, el pop radiante de Cabeza Flotante y el noise alternativo de Srta. Trueno Negro. El salón se ponía cada vez más frenético y en la oscuridad de la reserva The Hojas Secas la empezaba a romper con “13.700 millones de años”. La adrenalina, el pogo y la despedida parcial hizo estragos cuando Lucas Jaubet se arruino la garganta en “La Vida que te Embrolla”.

 

 

“Y de la manera más feliz, así te voy a recordar”

 

Pasada la medianoche, fue el turno de Las Ligas Menores. Anabella Cartolano arrancó con “Renault Fuego” y la siguieron con, prácticamente, todo su primer disco. Hubo lugar para algunas de su ultimo EP Ni Una Canción. La velocidad radiante de las cuerdas se ponía armónica con las voces algo cándidas y las horas empezaban a sentirse.

 

La jornada acaecía y en clima futbolero se esperaba a Bestia Bebé. La banda de Tom Quintans empezó con “El mas grande de todos”. La guitarra epiléptica bajaba unos cambios en “No me Importa perder”. Siguieron “Luchador de Boedo” y “El Monje”, la primera del último disco a la que se siguieron “Otro Villano Mas”, “¿Donde Están mis Amigos?”, “Yo me la aguanto” y la hermosa versión del “El Amor ya va a llegar” de Daniel Johnston. Junto al Chicho, al Polaco y Topo Topino también paraba el Boui (Tomas Vilche) de Los Bluyines. Hubo lugar para las ya clásicas “Wagen del Pueblo” y “Fiesta en el Barrio” y para la prostrimería la correspondiente “Lo quiero mucho a este muchacho”.

 

Antes del fin, Lucho Seca salió a la cancha con la camiseta hecha cuero y tándem Mick Jagger para darle cuerda a “Jumping Jack Flash”. No hubo perfumes de asado, pero todo fue una fiesta igual. Afuera en el patio, los adoquines húmedos porque finalmente algo de agua se vino abajo.

 

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Nº de Edición: 1811